La paradoja de Sotomayor: “Tenía miedo a las alturas, vértigo a todo: edificios, ascensores...”
El ‘Tigre de Limonar’ (57 años), recordman mundial de salto de altura con 2,45 (Salamanca, 1993), atendió a AS en los Juegos Inclusivos de Sanitas.
Javier Sotomayor es el ser humano que más alto ha estado suspendido en el aire únicamente con el impulso de su cuerpo. El cubano de 57 años franqueó el listón en 2,45 (Salamanca, 1993) y es el atleta que más veces voló por encima de 2,40 en salto de altura, medición que únicamente han logrado alguna vez doce saltadores en total. El ‘Príncipe de las alturas’ lo consiguió en nada menos que 24 ocasiones. Su oro olímpico en Barcelona 1992 y sus seis títulos mundiales (dos al aire libre) confirman su condición de rey histórico de la especialidad. En la II Edición de los Juegos Inclusivos de Sanitas, el mito del barrio situado en Matanzas se sentó a charlar con AS.
-Es un honor hablar con un mito del deporte. ¿A qué se dedica ahora el ‘Tigre de Limonar’?
-El ‘Tigre de Limonar’ (repite pensativo mientras se despliega una sonrisa en sus labios). Ahora trabajo con la Federación Cubana, soy secretario general. También negocios en mi país y en España está mi hijo, del que soy su entrenador. Por eso paso mucho tiempo aquí, con él.
-Han pasado tres décadas desde aquella tarde histórica de Salamanca. ¿Qué recuerdos tiene de ese día?
-Inolvidables, aunque es muy difícil transmitirlos con palabras exactas. Me siento muy orgulloso de cada una de las veces que logré el récord del mundo, en especial de esa tarde perfecta para mí en Salamanca. Me sentía físicamente bien, muy concentrado y motivado, y con mucha fe y ganas de que pudiera hacer el récord.
-¿Le gustaría que se lo batiesen por el avance de la especialidad?
-Me gustaría que mi récord se mantenga, pero no perdería nada si lo rompen algún día. El honor y el orgullo de haberlo tenido durante por tanto tiempo es algo que nada ni nadie me va a quitar. Me levanto todos los días orgulloso de ello.
-Han transcurrido 32 años, pero sigue ostentando las tres mejores marcas mundiales de la historia y han pasado seis años desde la última vez que un saltador, el qatarí Barshim, hizo más de 2,40. ¿Qué le hace pensar eso?
-Me hace pensar o sentir que el salto de altura está estancado. Hace diez años fueron los mejores de esta disciplina después de mi época con dos o tres saltadores cercanos a batirlo, pero a día de hoy no sabría decir un nombre que se pueda acercar.
-¿Podría haber saltado más habiendo hecho algo diferente?
-Con las tecnologías actuales, la ciencia aplicada al deporte, las zapatillas... uno o dos centímetros más seguro que habría ganado. Y si mi entrenador hubiera vivido dos o tres años más, tampoco estaríamos hablando ahora del récord en 2,45. Además, quizá pude mejorar más mi técnica.
-¿Es el salto de altura una de esas especialidades en las que el ser humano tiene un límite?
-Seguro. Peleamos contra la gravedad.
-Una curiosidad que no sé si es cierta. Me han contado que usted de pequeño tenía muchísimo vértigo y, sin embargo, acabó siendo conocido como el ‘Príncipe de las alturas’? Menuda paradoja, ¿no?
-(Ríe). Sí, sí, es verdad. De hecho, cuando empecé en la escuela deportiva cubana y me pusieron a entrenar salto de altura con un entrenador específico quería irme. Tenía miedo a las alturas, vértigo a todas: edificios, ascensores, aviones.... No podía subir a ningún piso y mirar abajo, evitaba los ascensores; menos mal que en esa época por suerte no cogía aviones, no habría podido. Poco a poco se me fue quitando, supongo que porque veía que iba destacando y crecían esas ansias de saltar. Iba ganando casi sin querer y la capacidad mental o motivacional cambió mi fobia. A los 15 años decidí que el miedo tenía que desaparecer si quería lograr cosas grandes. Y con mis entrenadores, psicólogos, familiares y mi propio trabajo logré acabar con esa limitación que podía impedir mi propósito de alcanzar el éxito. Fui libre y desde entonces cada año mejoraba muchos centímetros en el salto de altura.
-¿Por qué los concursos tenían tanto nivel en los años 90? Aún perduran los récords mundiales de altura, triple, longitud...
-No sé la respuesta, pero es cierto que fue una época muy buena. Realmente creo que una de las claves es la gran competencia que había. En altura, por ejemplo, para ganar cualquier meeting, no ya un Mundial o unos Juegos, había que saltar 2,35 como poco.
-La última. Hábleme de su hijo Jaxier. Tiene 16 años y ya ha volado sobre 2,01. ¿Cómo le ve?
-Todavía le falta un largo camino por recorrer. Le pido siempre que siga enfocado y de momento está muy motivado. Ojalá nunca pierda eso y espero que no tenga en su mente, ni que otra gente le inculque, compararse nunca conmigo. A los 18 años decidirá con qué país quiere competir, aunque ya ha ganado dos Campeonatos de España.
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