ATLETISMO | MUNDIALES EN BUDAPEST
El show del coleccionista de oros
Tamberi completa con su victoria en altura el repóquer ya que une su triunfo al aire libre con los éxitos en los Mundiales de pista cubierta, los dos europeos y en los Juegos Olímpicos.
Muchos minutos después de ganar el oro de salto de altura, Gianmarco Tamberi (31 años) seguía celebrando en la pista con su legión de incondicionales. Seguramente la noche fue larga en Budapest. El italiano de 191 centímetros, con su inconfundible pelo largo empapado por el sudor y el agua del baño en la ría junto a El Bakkali y Kibiwott, oro y bronce en 3.000 obstáculos tenía mucho por lo que estar contento. Había acabado con la hegemonía del qatarí Barshim que llevaba tres oros consecutivos (que también participó en la fiesta llevando a caballito al nuevo campeón) y sumaba el oro que le faltaba para pasarse el juego: campeón del mundo al aire libre y pista cubierta, campeón de Europa indoor y outdoor, y campeón olímpico (ex aequo con Barshim).
Es uno de los atletas con más carisma de este deporte y arrastra a las masas. Todo en él es un espectáculo desde que salta a la pista. Como cuando tras la presentación se sentó en la batería de los músicos que animan y cogió las baquetas para aporrear el instrumento. Cada salto suyo era un estruendo de aplausos, ruido... Como si el estadio estuviera situado en el Coliseo de Roma. Cuando por fin se consumó su éxito, alzó los brazos y la mirada al cielo. Y gritó: “Lo que hemos hecho, mamma mia”. El hombre de la media cara con barba, una zapatilla de cada color y calcetines diferente ya tiene la colección completa de medallas de oro. Ya entra de lleno en la historia. Y guardó un gag final de vacile: pidió 2,40... para pasar a propósito por debajo del listón e ir corriendo como poseído hacía su legión de fans. Tamberi es único.