El prodigio de ‘tobillo giratorio’ se convierte en rey y España no va a la coronación

Miltiadis Tentoglou era el vigente campeón olímpico, mundial y europeo... hasta hoy. En Tokio, el prodigio llamado a ser su heredero ha tomado la corona sin esperar una recepción oficial. Mattia Furlani es el oro planetario tras brincar hasta 8,39 (marca personal). El otrora intosible griego saltó 8,17 en la clasificación, pero en la final no llegó ni a la mejora (7,83) tras dejarle fuera Lester Lescay (7,97) en un último intento del español por engancharse a la pelea y a la ilusión. Porque España no compareció en la ronda de las medallas, al menos no como se esperaba. El mencionado Lester se lleva una plata de finalista (fue 8º), pero muy lejos de las fantásticas sensaciones que había dejado el martes con su 8,21. Y peor aún le salieron las cosas a Jaime Guerra. “Espero estar más tranquilo y poder fluir”, afirmaba ‘Aerolíneas War’. No fue así. 7,76; 7,81 y nulo. 12º y último. “Las sensaciones no han sido las mejores, como el otro día. Ahí pude enganchar un salto de 8,13... que no he podido repetir hoy”, decía en zona mixta.

El caso de Lescay fue un problema de talonamiento, como él mismo reconocía en la previa: “Estoy muy bien desde hace tiempo, pero no me había salido un salto largo justamente por la tabla. O me quedaba demasiado atrás en la batida o hacía nulos Y mira, ha salido el perfecto en el Mundial”. En la final no llegó a ocho metros, con dos 7,97 (dejándose en la tabla 15,3 y 16,5 cm) como carta de presentación, y tres clarísimos nulos por 7,3; 8,1; y 15,3 cm.

“Ha sido la peor competición de mi vida”, decía un triste Tentoglou. En el extremo más opuesto estaba el prodigio de la naturaleza transalpino nacido en Marino, cerca de Roma, el 7 de febrero de 2005. Hijo de un saltador de altura, Marcello, con una mejor marca de 2,27 que también es su entrenador; y de Khaty, senegalesa, que fue velocista, y la razón de que Mattia tenga la doble nacionalidad. La genética marcó en Mattia un ADN de estrella mundial para el deporte. Con 14 años saltaba 1,99 metros en altura. Con 17 fue campeón de Europa sub-18 franqueando el listón en 2,18. A esa misma edad pasó por primera vez de ocho metros en longitud... donde también se proclamó rey continental de la categoría. Algo que repitió al año siguiente, esta vez en sub-20. En ese momento llegó la decisión. O mejor dicho, cuando voló en Savona hasta 8,44 con viento inválido por únicamente 0,2. Eso sí, su ídolo siempre será, dice, el saltador de altura Gianmarco Tamberi.

Su progresión sin límites, su prodigioso tobillo derecho en la batida, su vuelo sin motor y los muelles que tiene por piernas, este estilizado genio de zancada amplísima se postula en el futuro para, quien sabe, si atentar contra los 8,95 que desde 1991 tienen al norteamericano Mike Powell en lo alto de la pirámide histórica del salto de longitud. De hecho, el oro le convierte en el más joven campeón del mundo de la historia en longitud. Y los que quedan.

“2025 ha sido un año mágico, pero esto es solo el principio. Todavía no sé si es real, no lo creeré hasta que escuche el himno de Italia en el podio. Gestioné la competición a la perfección, ajustamos todo paso a paso hasta lograr este increíble resultado. Tengo mucho que agradecer a mucha gente: mi madre, mi prometida, mi hermana... y a toda Italia que me apoyó”, decía emocionado. La plata fue para el jamaicano Tajay Gayle (8,34) y el bronce para el chino Yuhao Shi (8,33).

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