Barcelona, 42.195 metros de vértigo

Explicaba el editor de revistas y presidente honorífico de New York Road Runners, George A. Hirsch, que en 1983 él y el ya fallecido Fred Lebow fueron recibidos en audiencia por el Papa, quien les elogió el maratón de Nueva York, que ambos habían impulsado unos años atrás, como “un evento conocido alrededor de todo el mundo”. Este domingo, y a sus 89 años, Hirsch dará el pistoletazo de salida en una carrera hermanada con la neoyorquina, el Zurich Maratón de Barcelona, que aspira a convertirse en una suerte de versión europea de la gran prueba que discurre en la Gran Manzana.

El camino para conseguirlo, desde luego, es encomiable. Tras cuatro ediciones consecutivas batiéndose los récords de la competición, que desde el año pasado ostentan Marius Kimutai (2:05.06) y Zeineba Yimer Worku (2:19.44), de Bahrein y Etiopía respectivamente, la organización ha apostado este año por dotar aún de mayor velocidad al recorrido, haciendo de la necesidad –las obras en Plaza España y Avenida Maria Cristina– auténtica virtud. Partiendo desde Passeig de Gràcia con Gran Via y llegando a Arc del Triomf, el nuevo circuito cuenta con sólo 33 curvas y un desnivel mínimo, que oscila entre los ocho y los 50 metros de altitud sobre el nivel del mar.

Será a partir de las 8:30 horas (en directo por TV3 y Eurosport) cuando más de 30 atletas de elite internacional –23 hombres y diez mujeres– buscarán hacerse con esas nuevas plusmarcas, entre monumentos como la Casa Batlló, la Sagrada Familia, el Port Olímpic o la estatua de Colón. Entre ellos, los etíopes Abebe Negewo y Fikre Bekele Tefera o el keniano Edmon Kipngetich en categoría femenina, y las también etíopes Degitu Azimeraw y Zinas Senbeta, además de la keniana Aurelia Kiptui, en la prueba femenina.

Y en la vertiente más popular del maratón de la Ciudad Condal, en su ánimo de asemejarse salvando las distancias al de Nueva York, participarán más de 20.000 corredores, la mejor cifra desde la pandemia y la tercera mejor en sus 45 ediciones disputadas, con más de la mitad de extranjeros (sobre todo, de Francia y Reino Unido) y un 25 por ciento de mujeres. Todos pendientes del pistoletazo de salida del mito George A. Hirsch.