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ATLETISMO | LA INTRAHISTORIA

Adiaratou destroza las barreras

La atleta paralímpica, nacida albina y con una visión del 10%, fue 6ª en el 200 del Nacional absoluto de Nerja batiendo el récord del mundo T13 en las series.

Adiaratou Iglesias, en Madrid.
INMA FLORESDiarioAS

Adiaratou Iglesias sigue haciendo historia a sus 23 años. La doble medallista paralímpica en los Juegos de Tokio (oro en 100 y plata en 400) y subcampeona mundial de 100 compitió en el Campeonato de España absoluto de Nerja y fue sexta en el 200 que se llevó Paula Sevilla con un sensacional 22,73 ventosos (+2.5). Adi firmó 24.00, lo que habría supuesto el récord mundial paralímpico de T13... que ya había logrado en las series con 24.10. El anterior era de la cubana Omara Durand con 24.24.

La vida de la ganadora del Premio Rey Juan Carlos 2021, otorgado por el CSD y que destaca al deportista revelación dentro de los Premios Nacionales del Deporte, ha sido muy complicada. Nacida albina en Bamako en 1999 vivió encerrada a cal y canto en su niñez (nunca pudo pisar la calle sola y las pocas veces que salía junto a su madre sordomuda era insultada y escupida por sus vecinos) por el trastorno que reduce, o anula totalmente, el pigmento melánico en ojos, piel y pelo que, en su caso afecta a la visión y sólo le permite un 10%, ampliado a casi el 20 gracias a las gafas. La superstición de Malí, y otros países africanos, hace que su condición sea considerada portadora de desgracias y mala suerte. Les denominan ‘fantasmas’ y su vida corre serio peligro ya que los brujos y curanderos convierten sus huesos en amuletos, polvos mágicos o pociones. Una vez al año, los cazadores de albinos salen en su búsqueda para secuestrarlos, matarlos y vender partes de sus cuerpos.

Esa tremenda situación hizo que su padre decidiera mandarla con 11 años a Logroño donde vivía uno de sus ocho hermanos... pero las cosas salieron mal. Acabó en un centro de menores con 13 y con 15 se cruzó en su vida Lina Iglesias Forneiro, profesora en Lugo, que buscaba adoptar una niña. ‘Qué quieres hacer en la vida?’ le preguntó. Y Adiaratou contestó: “Quiero correr como lo hacen otras chicas”. Y ahí comenzó a practicar atletismo peleando al principio contra sus complejos físicos.

Adi quiere estudiar fisioterapia, no le gusta la fama, vive en la madrileña Residencia Blume, y se empeña en demostrar, y lo logra, que una discapacidad no es un problema para hacer deporte y cumplir sueños, pese a que cuando se pone en los tacos de salida únicamente ve las dos líneas laterales de la pista. Tras la salida ya no distingue las líneas, ni la meta, y debe coger referencias. Ella sí que es una referencia y un modelo a seguir y del que aprender.