A Calcuta se va por Escocia
El Cardo, con Van der Merwe en estado de gracia, le afana la centenaria copa por 44ª vez a Inglaterra, que acentúa su crisis, y tiene licencia para soñar.
Steve Borthwick no tuvo el comienzo ideal al mando de Inglaterra. Se topó este sábado con una Escocia que, sin grandes alardes, consiguió afanar por 44ª vez la Copa Calcuta, centenario trofeo y el más especial de cuantos se ponen en juego en el Seis Naciones, a los inventores del juego, cuya crisis de resultados se acentúa (23-29).
Durante el primer cuarto de hora fue la Copa Calcuta del miedo, una sucesión interminable de patadas sin más intención que la de trasladar el juego a campo rival, intentando limitar la posibilidad de cometer errores en el propio. Así, el duelo pareció por momentos más próximo al fútbol australiano o al gaélico. Hasta que Huw Jones cortó por lo sano con una carrera poderosa, que descosió las filas inglesas. Fue el preludio de su propio ensayo, que llegó un par de fases después asistido por una patada rasa con veneno de Tuipulotu, inmenso en ataque y en defensa.
La respuesta llegó de manos de Max Malins, receptor de otra gran patada, esta cruzada de Marcus Smith, sobre la zona de marca caledonia. El ala de los Saracens firmaría un doblete en la primera mitad que le sitúa como candidato a suceder al ausente Jonny May en el rol de principal finalizador de la Rosa. Pero entre medias de sus posados emergió ‘El Toro’, Duhan van der Merwe. Un prodigio físico de 1,90 y más de 100 kilos que tumbó a cuatro defensores ingleses como si fueran tapones de corcho camino a su primer posado. Solo el pie de Farrell pudo dejar a una Inglaterra que no ofreció nada reseñable por delante al descanso.
Los locales no podían contar demasiado consigo mismos, pero si con la capacidad autodestructiva de una Escocia que, a fuerza de desperdiciar oportunidades de ensanchar la brecha con errores pueriles (especialmente uno en la recepción de Jamie Ritchie y otro en la transmisión de Hogg tras un gran quiebre de Steyn), acabó viéndose por detrás en el marcador con una irrupción poderosa de Dombrandt en su 22 que materializó después Genge.
La respuesta visitante fue inmediata, obra de Ben White en una acción en la que, a trompicones, consiguió llegar a la tierra prometida. Intercambiaron golpes de castigo transformados Farrell y Russell como preludio de la siguiente mordedura de Van der Merwe, que esta vez arrancó con menos campo por delante y se llevó a Malins colgado como un llavero hasta el ensayo. No quedó tiempo para la respuesta inglesa entre el runrún de Twickenham. La imagen de los pretorianos de Borthwick al término del encuentro fue tan descorazonadora como el estado actual del rugby más antiguo del mundo.