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BOXEO

Pastrana, dulce final

Joana Pastrana revalidó el Campeonato de Europa del peso mínimo en su combate de retirada. Derrotó, por decisión unánime, a la francesa Da Costa.

Álvaro Gil Casares, Nico González y Joana Pastrana.
Adrian Rubio MorenoGuantes de Lobo

Brazos al aire, grito de rabia y aplauso unánime. Esa sensación que sienten los boxeadores al ganar es única y este sábado Joana Pastrana lo experimentó en sus carnes por última vez. Con 30 años ha tomado la decisión de retirarse del boxeo y lo hace como campeona de Europa del peso mínimo, en un WiZink Center entregado, tras derrotar por decisión unánime (triple 100-90) a la francesa Anne Sophie Da Costa. No podía haber un final más dulce para su carrera. Lo deja cuando quiere. Disfrutando el camino e iniciando una nueva etapa. Su carrera profesional no ha sido larga (5 años), pero sí le ha permitido formar parte de la historia. Se va con tres Mundiales y cuatro Europeos. Leyenda.

Casi 2.000 personas, estar en el centro del WiZink o pensar que era su última vez no restó ni un ápice de concentración a Joana. Salió con cara de póker y con sus ojos apuntando en una única dirección: su rival. Tenía la mirada de los días grandes y lo manifestó en el combate. Dicen los grandes de la historia, entre ellos Sergio 'Maravilla' Martínez, que el amague es la base para cansar mentalmente a tu rival. Pastrana dio un recital. Desde el primer momento engañó y cuando Da Costa no lo esperaba, percutió. Simple, pero a la vez muy complicado de hacer. En el primer asalto la francesa pudo llegar a la cara de la española, de manera leve, pero desde los instantes finales de ese round se acabó. La campeona se quitó todo.

"Levanta el codo derecho. Mete el hook", le gritaron en la esquina Nico González y Álvaro Gil-Casares. Acto seguido, los nudillos de Joana se clavaron en el hígado de la visitante. Acción-reacción. Ahí estaba el camino. El triunvirato que forman ha sido la gran clave del éxito y se volvió a repetir. Tenían a Da Costa estudiada y solo quedaba ejecutar. En el tercer asalto, la gala estaba casi KO y lanzó el bucal para que la campana le salvase. Joana podría haberse puesto nerviosa, pero su templanza es otra de sus características. Siguió trabajando y a partir del quinto asalto su oponente no quiso entrar como antes. Le hacía daño.

El KO sobrevolaba el ring. El libro se hubiese escrito solo, pero Da Costa demostró que aguante y coraje son sus señas de identidad. La española no se cansó de intentarlo, se vació en sus últimos dos minutos como boxeadora. Hubo que ir a las cartulinas, pero nada que achacar a la campeona. Pastrana dio su último recital. Con el nivel demostrado da todavía más pena su adiós, pero ella ha querido ser la dueña de su destino. Se va como campeona y con la sensación de que otro Mundial podría llegar. No habrá más. Ella quiere otro camino. Gracias y suerte, Joana.