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PIRAGÜISMO

De año olímpico, a casi en blanco para el piragüismo

Szeged fue la única competición internacional tras el parón y de los olímpicos sólo acudieron Cubelos y Peña. "Se gestiona mejor una lesión que la incertidumbre".

Paco Cubelos (delante) e Íñigo Peña, en Szeged.
RFEP

El piragüismo tuvo su principio y su final tras la pandemia en Szeged. A diferencia de los deportes profesionalizados, una temporada marcada en rojo por los Juegos de Tokio el pasado verano ha acabado prácticamente en blanco. La Federación Española suspendió todas sus competiciones, más de 50 entre todas las modalidades, y la Internacional sólo ha sacado adelante la Copa del Mundo en la ciudad húngara, de la que España se trajo este fin de semana diez medallas. Entre ellas, el bronce de Paco Cubelos e Íñigo Peña, actuales subcampeones mundiales, en K1 1.000.

"Ha sido una temporada extraña y, sobre todo, muy larga", cuenta Cubelos, que en vez de soltar la pala en agosto, lo hará durante unas semanas en octubre tras mucho entrenar y sólo competir un par de días. "El deportista de élite, lo que más valora es tener una meta en mente y trabajar por ella. Este año, hemos tenido que ir fijándolas sobre la marcha y se iban cayendo. Siempre con incertidumbre", relata. Su grupo, a cargo de Luis Brasero, salió del Centro de Alto Rendimiento en Madrid en marzo y no han vuelto. Primero, se concentraron en unas cabañas alquiladas cerca del embalse de Picadas donde se entrenan. Después, cada uno se ha establecido por su cuenta (Cubelos en su casa de Talavera de la Reina y Peña en Madrid) para evitar posibles positivos en el CAR, donde ha habido casos.

"Pasamos dos PCR para viajar a Hungría, hemos renunciado todo lo posible a contactos con familia o amigos y nos relacionamos con entrenador y compañeros, siempre con distanciamiento y mascarilla", relata el talaverano. "Nosotros teníamos muy claro que debíamos competir, marcarnos una fecha y entrenar al cien por cien con motivación", cuenta.

Sin embargo, el K4 de Craviotto, Cooper, Arévalo y Germade o Teresa Portela, otras bazas de podio en Tokio, no viajaron a Szeged. "Les ha costado mucho terminar la temporada por esa falta de objetivos claros, ha influido el plano psicológico, y han decidido acabar antes", justifica Ekaitz Saies, director técnico de la Federación Española de Piragüismo (RFEP).

"Es muy difícil funcionar sin metas. Un deportista está acostumbrado a lidiar con la incertidumbre a corto plazo. Por ejemplo, que se retrase media hora una salida… Eso lo gestiona bien. Incluso una lesión, porque la competición sigue estando ahí. Lo que lleva mal es la incertidumbre a largo plazo, que es lo que está ocurriendo. La situación ha sido muy compleja", revela Saies.

El técnico saca algo bueno dentro del desastre: "Estamos aprendiendo mucho sobre planificación, fisiología, metodología del entrenamiento… Y en Szeged hemos comprobado que las marcas son muy competitivas. No hay un deterioro de los registros". España, entre esprint y eslalon, ha sumado 12 medallas desde Atenas 2004. En Szeged comenzó a despertar de la pesadilla de la pandemia. "¡No queremos pensar que no haya Juegos!", resopla Cubelos. Ese es el único horizonte que contemplan. Quedan 297 días.