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TARRAGONA 2018

Los Mediterráneos aún no seducen a Tarragona

A excepción de la natación o el triatlón, el resto de deportes apenas congregan espectadores: en el balonmano no se pasa de la cincuentena de aficionados salvo en partidos de España.

TarragonaActualizado a
Imagen del Palacio de los Deportes de Tarragona casi vacío durante un partido de balonmano durante los Juegos Mediterráneos.
TXEMA MORERADIARIO AS

La ruta de la mañana nos lleva al balonmano, Argelia e Italia se miden a las 10:00 en el Palacio de Deportes. Apenas 30 aficionados (se puede hacer el ejercicio de contarlos) observan el encuentro desde las gradas. A las 11:30, el jugador de bádminton Pablo Abián compite por un puesto en la final en la localidad de El Morell, con un cuarto de la pequeña grada repleta de, principalmente, miembros de la delegación española y familiares. Ocurre lo mismo a las 12:30 en el Pabellón Olímpico de Reus, donde la gimnasia artística afronta una final individual en petit comité. A las 16:00, en el Tarraco Arena del centro de la ciudad, el voleibol sigue con su competición con la mayoría de asientos libres. Los Juegos Mediterráneos aún no seducen a Tarragona.

El alcalde, Josep Félix Ballesteros, reconoce que “en las sedes con deportes minoritarios se están haciendo esfuerzos para la promoción y que acuda más gente”. Mientras tanto, el presidente del Comité Olímpico Español (COE), Alejandro Blanco, quita hierro. “La dinámica de los Juegos es así. Hay deportes que llaman más y otros, menos. En la piscina hay gente, pero en espacios cerrados hay déficit. Sigue la línea de los JJ MM y debemos estar contentos. No veo una bajada de público. A medida que avance el campeonato, habrá más gente”, comentó.

Lo cierto es que deportes como el fútbol tampoco han podido arrastrar afluencia. La organización está convencida de que con el paso de los días la tendencia cambiará, y descartan también regalar entradas. Ponen como ejemplo disciplinas como la natación, el triatlón o el esquí náutico, con el reclamo de Mireia Belmonte y al aire libre, donde sí que ha habido más espectadores.

La ceremonia de inauguración, en la que se vendieron 6.700 entradas de los 14.000 asientos (había 7.000 entradas para comités olímpicos, voluntarios y deportistas que se ausentaron), fue un mal presagio. Hay dos condicionantes más: el conflicto institucional-político y los escasos aficionados que han viajado desde cada país. Un cóctel que, de momento, está restando atractivo a las notables instalaciones.

La natación y Mireia muestra la mejor cara y la anécdota del día

Mireia Belmonte ha sido un reclamo para los Juegos Mediterráneos. La piscina lució ayer por la tarde, con alrededor de 1.200 espectadores de los 2.000 que caben con las gradas supletorias. Aunque por las mañanas el público era menor (como es habitual), la mejor cara de Tarragona 2018 hasta ahora la ofreció la piscina.

En la última jornada y precisamente con Mireia ocurrió la anécdota de la jornada. En el podio de esta prueba las medallas las debía dar un directivo de Túnez, pero no se percató de la megafonía y no bajó a la zona de premiación. Las medallistas estuvieron esperando alrededor de diez minutos hasta que, finalmente, entre ellas se repartieron las preseas.