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Los Hispanos son de oro
Martin RoseBongarts/Getty Images

Y a la quinta ¡campeones de Europa! No se podía esperar más. Era necesario ganar la medalla de oro tras cuatro platas anteriores. Y, además, de una manera soberbia, de menos a más en la final, superando las diferencias que llegó a tener Suecia en la primera mitad, tres goles, dos al descanso (12-14), pero se llegó a la recta final sin nervios, con tranquilidad, sin sufrir, sin comerse las uñas: 29-23. Incluso renunciando al último lanzamiento, disfrutando desde treinta segundos antes de que se pitase el final, con los suecos asumiendo abatidos que habían sido superados en buena lid.

Pues sí, día histórico del balonmano español, porque además de este oro europeo otros dos técnicos españoles habían ganando los títulos de Asia (Valero Rivera con Qatar) y de África (Toni Gerona, con Túnez) por la mañana. Es decir, Jordi Ribera no podía fallar. Todos los oráculos imaginables le eran favorables, aunque en la primera parte los nuestros anduvieron despistados.

El portero Appelgren, en una enorme primera mitad, tuvo al ataque español a la deriva. Y no sólo eso, sino que de sus paradas llegaban los contragolpes suecos, su arma más seria: no marcaban en juego posicional, pero aprovechaban las carreras. Capeó España aquellos malos momentos, cambió la defensa y de un 6-0 apostó por el 5-1 con Álex Dujsebaev de avanzado, y aquel escenario cambió.

En el minuto 41 el marcador era ¡20-15! Para entonces Sterbik estaba en la portería, y Suecia se estrellaba con él, o con su imagen imponente que intimida incluso a las sombras. Y allí estaba Álex Dujsebaev para asistir a los extremos, para cambiar el juego de lateral a lateral, para que Ariño marcase, para que Julen Aginagalde forzase penaltis, para que se abriese tanto la defensa sueca que Entrerríos encontrase la manera de penetrar y plantarse delante del portero. Y entró un Balaguer eléctrico para recuperar balones y marcar a puerta vacía cuando Suecia arriesgó para jugar con siete atacantes. En el centro, con Gurbindo, Guardiola, Morros y Cañellas, España se había hecho impenetrable. 

La diferencia creció, y creció, y, como en todos los oros que había ganado antes (en el Mundial de 2005 ante Croacia y en el de 2013 ante Dinamarca), lo hizo con la holgura de quien se toma la revancha de todas las revanchas que tenía pendientes.