HOMENAJE A LOS MEDALLISTAS ESPAÑOLES
"Antes importaba más una etapa del Tour que una medalla; ya no"
Abraham Olano, José Manuel Moreno, Toni Tauler y el equipo de persecución de Atenas, las caras del ciclismo en la Gala.
El ciclismo no faltó a la fiesta de los medallistas olímpicos. El tercer deporte en cuanto a número de metales obtenidos para nuestro país en la historia tuvo representación en sus dos vertientes: la ruta y la pista. Abraham Olano encabezó a los primeros; José Manuel Moreno, entre otros, a los segundos. En total han sido 15 las medallas que el ciclismo ha dejado para España. “¡Casi todas las ganó Llaneras!”, bromea Asier Maeztu, bronce en pista en Atenas, en referencia a las cuatro que conquistó el mallorquín.
En realidad todos forman parte de un deporte especialmente unido al esfuerzo. Los ciclistas son los únicos que no pueden ocultar lo que un día fueron. Sus caras afiladas, esos rostros que uno imagina goteando sudor o llenos de barro, esas miradas que aún denotan sufrimiento, les delatan. Como aquella imagen de Abraham Olano en la crono de Atlanta 96, marcando un tiempo que después mejoraría en 12 segundos Miguel Indurain, oro, para confirmar el doblete español: “Éramos favoritos, pero eso luego hay que corroborarlo en la carretera. A diferencia de otros deportes, nosotros no hacíamos una preparación específica para los JJ OO. Había otras grandes pruebas. Ganar una etapa del Tour era casi más importante que obtener medalla. Ahora es distinto”.
En pista la cosa es diferente. Con menos foco mediático, con menos recursos a los que agarrarse, la cita olímpica es un escaparate incomparable. Lo fue para Asier Maeztu, quien, junto a Carlos Castaño, Sergi Escobar y Carlos Torrent, logró el bronce en persecución por equipos en Atenas 04. “Más que compañeros, éramos amigos. Había mucho feeling. Varios años después conservamos la amistad y hasta tenemos un grupo de whatsapp. Justo acabo de estar de vacaciones por Cataluña con Sergi y Carlos”, cuenta Asier.
También proyectan ese brillo especial los ojos de Toni Tauler cuando recuerda su plata en Pekín, haciendo pareja con Joan Llaneras, en la modalidad de Madison: “Al principio no te lo crees. Vienes del sufrimiento de la competición y de la inseguridad de quien no sabe si será capaz de alcanzar el objetivo. Luego todo es una alegría inmensa”. A falta de Llaneras, Tauler estuvo acompañado en la Gala en todo momento por su hija.
Ellos, los hijos, son los que más orgullo sienten de sus padres cuando les cuentan las hazañas logradas. “No suelo ver los vídeos de aquello ni me suscita una gran nostalgia. Sí tengo la medalla guardada en una vitrina, como el resto de mis conquistas. Es verdad que de vez en cuando lo hablamos y recordamos. También con Indurain cuando coincidimos, fue bonito lo que logramos”, confiesa Olano. “Yo tengo la medalla en su caja en un armario”, dice Maeztu. Y recalca: “Hace ilusión verte y también que los hijos sepan lo que un día lograste”. “Está claro”, apuntilla Tauler, que explica que su medalla preside “una estantería” de su casa.
Deportistas que hoy son recuerdos y anécdotas, como aquellas que Olano conserva para siempre de su plata olímpica: “Después de la prueba recibimos la felicitación en persona de las Infantas. Fue muy especial. Pero sin duda con lo que me quedo es con la Ceremonia de Clausura. Me di cuenta de lo inmenso que es el deporte, practicado desde los jóvenes más escuálidos a los veteranos más corpulentos”. Los ciclistas, ese género compuesto por una pasta especial, pueden dar buena fe de ello.