Lloveras: "McGregor noquearía a Mayweather en el primer asalto"
Abner Lloveras (33 años) debutó en UFC en diciembre tras pasar por The Ultimate Fighter con Connor McGregor. De vuelta a Barcelona, explica sus planes de futuro.
—¿Cuáles son sus planes de futuro después de su participación en la UFC?
—UFC no me ha dado ninguna pelea más. Perdí contra americanos en las dos últimas, pero no me siento perdedor. Los árbitros y jueces son de allí, y muy patrióticos, por cierto. Luchadores de todo el mundo se sienten perjudicados a veces por sus decisiones. Cuento con que tendré que pelear por fuera de UFC para volver a entrar, pero no tengo nada cerrado.
—¿Y la UFC no ha vuelto a comunicarse con usted?
—Cuando sales del Ultimate Fighter te dicen que tienes que pelear fuera, y eso es lo que estoy esperando.
—Estar con Mc Gregor en la casa fue una suerte. Tuvimos al mejor entrenador. Como persona es carismático. La gente piensa que actúa, pero él es así. Dice las cosas a la cara y no se esconde. Es una persona competitiva. Se puede aprender mucho y sabe venderse, aunque su imagen no es la correcta, porque insulta y falta al respeto de los oponentes.
—¿Tiene opciones de ganarle?
—¿Qué es lo más duro de estar dos meses en la casa?
—Lo más duro es la sensación que tienes. No hay internet, y te entran ganas de irte. Pero cuando estás fuera, te das cuenta de que lo tenías que haber disfrutado más. Era una oportunidad para que el mundo se fije en ti y hable de quién eres, pero a mí no me gusta llamar la atención. Mucha gente bebía y la liaba para que hablaran de ti. Pero no quiero que me recuerden toda la vida por 15 segundos. No importa no haber destacado en el show americano, pero se acordarán de mí solo por las peleas.
—¿Se considera una referencia para las nuevas generaciones?
—No pienso si soy una referencia, aunque los chavales me lo dicen. Me comentan que querían hacer lo que yo hago. No soy popular, me quiero centrar en entrenar, aunque si les ayudo a motivarse, me alegro.
—En España se crean círculos y todo es muy casero. Hay dinosaurios que practicaban boxeo hace cien años y quieren seguir controlándolo todo. En Barcelona, por ejemplo, tienes que pasar por tres o cuatro personas que te tienen que aceptar para promocionarte. Y si no, están en contra de ti. En Estados Unidos hay más caminos y no dependes de nadie.
—¿Cómo es su vida fuera de los cuadriláteros?
—Mi vida es tranquila. Tengo una hija de diez meses. Tengo estrés para pagar las facturas, ser feliz y llegar a final de mes.
—Si quiere decirlo, ¿cuánto gana?
—¿Y de qué trabaja?
—De guardia de seguridad. Lo dejé hace tiempo. Ahora hago clases y me pagan bastante bien porque estoy valorado. Puedo ganar entre 500 y 700 al mes con ello.
—Me encanta hacer todo al máximo. Quiero dedicarme al cien por cien. Con el tiempo he visto que destaco, y en el fútbol, cuando jugaba en el Trajana, no lo hacía. A veces pienso, estoy cansado, pero ¿qué hago? Estudié electricidad cuatro años, pero no hay trabajo de eso. Lo mejor que puedo hacer es seguir con lo mío.
—Hay una federación española de lucha que tiene varias disciplinas asociadas. Pero son cuatro amigos que van a pelear en campeonatos raros y que reciben dinero del estado. Veo las fotografías y no los conozco. No quiero opinar sobre ellos porque no sé lo que hacen. Yo entreno gracias a mi trabajo y al de mi mujer.
—¿Le marcó crecer en la Mina de Sant Adrià?
—Los famosos del barrio no eran políticos y empresarios, sino los más duros y fuertes. Eso quizás me influencia para querer ser fuerte. Viví momentos difíciles, de peleas y tonterías. Cada día alguien te quería robar o te vacilaban. Eso me hizo fuerte. A veces no puedes vivir solo con tus padres. En la vida hay malas personas. Hay que tener carácter y las artes marciales ayudan y te dan personalidad.