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CLEVELAND BROWNS 20 - ARIZONA CARDINALS 34

A los Cardinals les da tiempo a ganar a los Browns tres veces

El equipo de Arizona comete errores de todo tipo pero acaba derrotando al de Cleveland porque son mucho mejores en todos los órdenes de juego.

Larry Fitzgerald se duele tras un touch down.
Gregory ShamusAFP

Los Arizona Cardinals llegaron a Ohio y decidieron jugar al gato y al ratón con un equipo menor como los Cleveland Browns. Les dieron todas las opciones del mundo pero sabiendo que jugaban con red, que en el momento que les diera la gana apretarían un poco y se comerían al roedor. En sesenta minutos de football les dio tiempo a ganar tres veces a sus rivales e irse, incluso, con superioridad notable en el marcador, 34-20 a favor.

Desde el primer instante del primer drive se vio que los de Bruce Arians tenían controlada la esencia del choque. Corriendo o pasando, es más, corriendo y pasando a discreción con enorme equilibrio y dominio del tempo del ataque. Una impotente línea defensiva de los Browns les veía moverse a su alrededor como si no existiesen. Aún peor fue la secundaria, que un día fue grande y que está llena de grandes nombres que no hacen justicia al mismo.

Pero Chris Johnson, de impresionante rendimiento físico para su edad y para llevar un par de años alejado de la élite de la liga, cometió un fumble que cambió el sentido del juego. No sólo animo a los Browns sino que despistó a sus compañeros durante un tiempo excesivamente largo. Esa fue la primera vez que los Cardinals decidieron no ganar.

Tras mover el balón con criterio durante un rato, con Duke Johnson y Gary Barnidge como protagonistas, Cleveland se vio con la sorpresa de estar por delante y de tener opciones. Feo espejismo propiciado por unos rivales sin alma. 

Porque a partir del tercer cuarto, y sin solución de continuidad, les obligaron a hacer un punt tras otro. Con Frostee Rucker como gran protagonista en el pass rush interior, Josh McCown se convirtió en el ratón del juego del gato y se comió bofetadas como si debiera dinero a los de Arizona. Tanto que llegó a especularse, dolido como se mostraba, con que Johnny Manziel tomase los mandos del ataque de los Browns. McCown, consciente de que con estas cosas no se juega, decidió seguir recibiendo una señora paliza en el campo.

Para entonces Carson Palmer ya había descubierto que Joe Haden sólo es la sombra de lo que fue y le atacó, en la figura de Michael Floyd, con la misma falta de piedad que mostraban sus compañeros de defensa. El cornerback, que venía de una conmoción cerebral, sufrió otra persiguiendo al receptor. A él se unió Donte Whitner con la misma dolencia poco después, también martirizado en una tarde para olvidar de toda la secundaria.

Como había que dar algo de vidilla a tanta superioridad, Chris Johnson perdió otro balón para dar esperanzas a los locales. Cuanta crueldad. Porque a la hora de verdad otro arreón y partido más que decidido con gran superioridad.

Para los Cleveland Browns esta derrota puede ser más que un número en la columna de la L mayúscula. Hoy se ha sabido que todos (¿todos? todos) sus grandes nombres están disponibles para traspaso si llega una buena oferta, lo que indica que el proceso de reconstrucción se pone en marcha. Otra vez. Y no es de extrañar viendo el espectáculo de hoy, donde ni con regales ni con intención pudieron hacer nada. De hecho, su línea ofensiva y su secundaria, que pasan por ser las dos unidades con más nombres, fueron humilladas en no pocas ocasiones.

Y los Cardinals siguen siendo, con un récord de 6-2 la principal opción de la NFC Oeste para entrar en playoff por la vía directa. Pero no siempre van a tener un enemigo enfrente que les perdone tantos errores como los cometidos hoy.