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Natación | La resaca del mundial

La FINA debe pagar casi un millón por 'sus' récords

Sin poliuretano, alguna marca puede durar 10 años

Michael Phelps, el rey.

A la FINA le ha salido caro su atrevimiento de validar los bañadores mágicos (los que en su totalidad están fabricados de poliuretano) para este Mundial de Roma. En ocho días de competición, se han batido 43 récords del mundo. A 20.000 euros la plusmarca sale en total un dispendio de 860.000 euros por este incentivo.

Roma dejó 18 topes mundiales más que los Juegos Olímpicos de Pekín y 28 más que el anterior Mundial, en Melbourne, en 2007. Pero lo más perjudicial para la natación no es la facilidad con la que se batan las plusmarcas, sino su longevidad. Después de que el 1 de enero la FINA prohiba estos bañadores, la natación dará un paso atrás en cuanto a ayuda tecnológica, y sólo será fruto del talento y del trabajo, como anunció ayer Aschwin Wildeboer, cuando se consigan batir estos récords: "Algunos pueden durar diez años".

El técnico de Michael Phelps, Bob Bowman, no se fía de que la reglamentación entre en vigor el 1 de enero, y ya amenazó con que el rey de este deporte no compita hasta que se apruebe. Él, junto con la británica Gemma Spofforth, fueron los únicos oros que usaron bañador clásico en Roma.

Bañador mágico: 175 plusmarcas

Desde que en febrero de 2008 se fabricaran bañadores totalmente de poliuretano, se han batido 175 récords del mundo. En este año y medio, sólo han permanecido dos récords sin que, de momento, los bañadores mágicos hayan podido con ellos: los 1.500 masculinos (14:34.56, Grant Hackett) y los femeninos (15:42.54, Kate Ziegler). Es curioso, las distancias más largas.