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Pekín 2008 | Vela

Marina Alabau, la reina española contra el viento

La número 1 del windsurf reniega del 'estanque' olímpico

Actualizado a
<b>FAVORITA. </b>Marina Alabau, una gran baza para ganar medalla.
Carlos Martínez

Es la benjamina. Y por eso gente como Fernando Echávarri (clase Tornado) o Iker Martínez (49er), lobos de mar, la protegen incluso en la manera de cederle la palabra durante una rueda de prensa. Marina Alabau ya está en Qingdao junto al resto de nuestra flota, que son palabras mayores en el olimpismo español: es el deporte que más medallas nos ha dado, un total de quince. La sevillana (31-08-1985), menuda, rubia, es la número uno en el ránking mundial de la clase RS-X. Tradúzcase por windsurf. Pero falta ese escalón que en unos Juegos tanto pica hacia arriba. "Estoy cerca del oro. Llevo 18 semanas como primera del ránking mundial. Es mi debut en unos Juegos, pero eso es un reto y me anima. La presión no me afecta".

Lo dice y uno se lo cree. A sus 22 años habla con convicción y mide las palabras. Sabe que no se las lleva el viento, el mismo viento maldito y ausente que ha pintado de polémica la sede de Qingdao. "He tenido que entrenarme casi sin viento. Al principio me costaba, pero poco a poco he aprendido a disfrutar también con esas condiciones. No son las idóneas, pero". La falta de viento no le obliga a ella -como sí ha ocurrido en otras clases- a perder peso; en su caso ha tenido que ganar en fuerza. Sin viento, pero con la plaga de algas que obligó al ejército chino a echar al mar más de 10.000 embarcaciones que, limpiando y limpiando, salvo rebrote de última hora, han dejado el agua limpia. Pese a ello, Alabau tira el dardo: "Lo de las algas ha sido la gota que colma el vaso. Es indignante que la competición se dispute en un lugar en el que se sabe que no hay viento. Al tío que decidió que la vela se celebrara en Qingdao lo metía en la cárcel".

Es un decir, pero también es un sentir, porque de nada vale llevar año y medio en lo más alto para finalmente tener que jugarte las medallas en un estanque. A menos viento, más rivales. Aunque hay dos que no fallan, ya sea la prueba a un nudo o ninguno. "Barbara Kendall, que era mi ídolo cuando empecé. Tiene 40 años y son sus quintos Juegos, con tres medallas ganadas. La he visto muy relajada. Cuando fue a Qingdao vio que no se podía entrenar. Hizo las maletas y se marchó a Hong Kong. Y también está Alessandra Sensini, que está muy fuerte".

Prefiere Cádiz.

Alabau se aficionó al windsurf porque el primo de un primo suyo daba unos cursillos. Así de fácil. Así lo explica ella, a quien le duele pasar tanto tiempo fuera de casa sin ver a su hermana Blanca, de 11 años. Santander (donde está el Centro de Alto Rendimiento Príncipe Felipe de vela) le gusta, pero prefiere el Puerto de Santa María o Tarifa. Cai le hace tilín, todo lo que no logra ni el Betis ni el Sevilla ("el fútbol no me gusta naa", dice). Su vida ahora está en Qingdao, a 600 km de Pekín. No habrá viento, pero la música de Christophe Maé, que pone banda sonora a su web, le anima a mover esa tabla que no mueve el viento de Qingdao. El viento ausente.

La flota ya está en Qingdao

Nuestros representantes en vela ya están en Qingdao. Unos, como Rafa Trujillo (Finn), casi se han empadronado. Otros, como Fernando Echávarri, que hace pareja con Antón Paz, viajaron ayer hasta allí nada más desembarcar del vuelo Pekín-Madrid. Completan nuestra nómina olímpica: Marina Alabau e Iván Pastor, en RS-X femenino y masculino; Iker Martínez y Xabi Fernández, en 49er masculino; Susana Romero y Javier Hernández, en Láser femenino y masculino; Natalia Vía-Dufresne y Laia Tutzo, en 470 femenino; Mónica y Sandra Azón, en Yngling femenino; Aaron Sarmiento y Onán Barreiros, en 470 masculino; y Graciela Pisonero, en Yngling femenino.