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Ciclismo | Tour de Francia

Van der Freire

El 'holandés' de Torrelavega se exhibió ante el resto de velocistas

Actualizado a
<b>RECITAL ESPAÑOL.</b> Freire fue el ganador de la etapa, Isasi (Euskaltel) llegó tercero y Ventoso (Saunier) lo hizo octavo. Si no hubo más españoles en el sprint fue porque Gálvez sufrió una caída a 4 km que le hizo perder en meta 5:14.
Jesús Rubio

Hay españoles que no lo parecen. No lo parecía, por ejemplo, Indurain, por frío y por contrarrelojista, y tampoco lo parece Freire, por sprinter y por sereno. Esas virtudes, admitámoslo, no nos pertenecen y por eso nuestro primer impulso, antes de la admiración, es la desconfianza. Supongo que es como si tienes un hijo y te sale físico cuántico o entomólogo, algo que no entiendes: lo primero que piensas es que es de otro, aunque la duda no te impida acudir orgulloso a la fiesta de graduación.

Freire se ha encontrado muchas veces con esa incomprensión genética. En la carrera de clásicas, él eligió la especialidad de campeonatos del mundo. Una extravagancia. Y, lo que es peor, en ese empeño tuvo una consideración menor por el Tour. Por esa razón en España nos resistimos a considerarlo como uno de nuestros mejores ciclistas de siempre, y lo es.

Ayer Freire logró su segunda victoria en el Tour (la primera la consiguió en 2002) y lo hizo con un sensacional sprint que fue un resumen de todas sus virtudes como ciclista: rapidez, inteligencia y una extraordinaria capacidad para buscarse la vida. Y es que Freire, a diferencia de otros velocistas, no cuenta con un equipo de lanzadores que le preparan el sprint. Si tiene suerte, le ayuda Flecha, que es buen amigo, pero no es un especialista. En resumen, que los últimos metros son un asunto particular de Freire, que debe tener el talento de reconocer la rueda buena y luego fuerza bastante para rebasarla.

Aunque no siempre es igual. Ayer, en la recta final, varió el guión. Renunció al rebufo de otros y se abrió de costa a costa, solo frente al viento de cara. Parecía un suicidio, pero este ángel tiene alas. No le atraparon.

Cuando en la meta le preguntaron al campeón cuál era ahora su siguiente objetivo, esperando que dijera más victorias o el maillot verde, contestó, radiante, que ganar el Mundial, el cuarto, desempatar con Binda, Merckx y Steenbergen, hacer historia.

Tercero.

Freire, que será padre en breve (Laura, su esposa, sale de cuentas el día 11), se ha colocado tercero en la general, a 17 segundos. Para ser líder hoy debería sumar los 20 segundos que premian al ganador de etapa y que no bonificaran sus rivales. Improbable. Tampoco le obsesiona.

El ciclista que levantó los brazos en la avenida Marcel Proust de Caen está en busca del tiempo perdido. El tiempo de las lesiones y las brujas. El que retrasa su cita con la historia.

Como siempre, hubo caídas, heridos españoles (Egoi, Gálvez...) y una escapada que murió a 3,5 km del paraíso. Literatura. Cuando las vallas acotaron el camino y señalaron el final del túnel, el Tour se hizo carnal, resultadista y telegrama. Locos, galgos, normandos, sajones... Todos persiguiendo a un español que no lo parece, Van der Freire.