Kournikova es la madrina del New Zealand

El Emirates Team New Zealand puso en marcha ayer su particular cuenta atrás. El cronómetro, situado en la base del equipo neozelandés al lado de la antigua estación marítima, fue encendido por la embajadora de la marca de relojes Omega desde el año 2000, Anna Kournikova; por el presidente del sindicato, Grant Dalton; el patrón del mismo, Dean Baker; y el presidente de Omega, Stephen Urquhart. El cronómetro descontará los días que faltan hasta que el 18 de abril de 2007 comience la Copa del América.

A los kiwis les queda mucho que hacer en estos 673 días si quieren recuperar la Jarra de las Cien Guineas que perdieron en 2003 ante el equipo suizo del Alinghi en Auckland. En este tiempo tendrán que botar dos nuevos barcos para competir, dejar totalmente operativa la base de la dársena interior del puerto y dedicar muchas horas a entrenar.

Los dieciséis tripulantes del Team New Zealand esperaban en el barco a que su patrón, Dean Baker, y la glamourosa invitada, quien se iba a enrolar como la tripulante número 18, finalizasen el acto para salir a entrenarse. No era la primera vez que la tenista rusa navegaba. "La última vez que lo hice hacía mucho frío y llovía, fue en Inglaterra con Ellen McArthur. Hoy (por ayer) hace un día magnífico y estoy deseando empezar mi clase de vela. Tendré que aprender mucho, porque si no la tripulación me tirará por la borda", bromeó Kournikova antes de subirse a la embarcación.

Por su parte, el presidente del sindicato, Grant Dalton, comentó que "la compañía Omega ha estado desde los noventa siempre al lado del Team New Zealand y, de hecho, junto con Toyota, es uno de los patrocinadores más antiguos. El tiempo es crítico en todo lo que se refiere a Copa América y estamos deseosos de hacer un gran papel en estas regatas y en 2007". El patrón del sindicato neozelandés, Baker, añadió que "la Copa América no sería lo mismo sin Omega. Esta competición supone un desafío que vamos a afrontar".

Sin miedo.

Anna Kournikova se presentó en la base sobre las diez y media de la mañana, vestida con vaqueros, un polo rojo de la marca de relojes, melena suelta y con poco maquillaje. Tras poner en marcha el cronómetro, se hizo una coleta, se subió a la embarcación y zarpó. La tenista rusa no tiene miedo a las alturas, lo demostró durante el entrenamiento del equipo cuando se encaramó a lo más alto del mástil, que mide 35 metros. También probó diversas posiciones, como la de coffe.