España despertó y marcó tres goles en tres minutos

España dejó una extraña mezcla de sensaciones en su primer partido de la Eurocopa ante Hungría, la única debutante del torneo. Los vigentes campeones del mundo, que estrenaban título, consiguieron una tensa victoria, porque a cinco minutos del final el marcador era favorable a los húngaros por 1-2.

España creyó que iba a ganar con la ley del mínimo esfuerzo y lo intentó andando ante un contrario cuyos mejores argumentos son la concentración y solidaridad defensiva. Fabricó ocasiones como para adelantarse e irse en el marcador, pero esa falta de concentración -quizá pensaba más en el partido de hoy ante Portugal- la hizo errar en la finalización. Llegaba tarde o seleccionaba con ansiedad cada remate y de ahí el 0-0 al descanso.

Lozano prefirió apostar siempre por un dos-dos: dos jugadores de contención y dos de ataque y eso se pagaba también en ataque.

Hungría, un equipo modosito, disciplinado, correcto técnicamente y cuyo único argumento es su fortaleza defensiva, se fue creciendo y tuvo sus opciones de marcar aunque Luis Amado se encargó de neutralizarlas. El 1-0 de Torras en la segunda parte hacia presagiar que ya sería coser y cantar y que una vez abierta la lata todo sería más fácil. Pero dos acciones a balón parado de los húngaros sacaban los colores a los españoles.

Y aquí Lozano decidió abrirse a una apuesta ofensiva de verdad y situó a Kike por detrás de Daniel, Javi Rodríguez y Marcelo. Un 1-3 que se ventiló a los húngaros en un abrir y cerrar de ojos con tres goles en tres minutos. España no sabe especular.