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Yo digo | Josep Margalef

Lágrimas de oro

Actualizado a

El último éxito del balonmano español, el bronce de Sydney, perdía ayer protagonismo. Un tercer puesto nostálgico que fue superado por una parte de los que fueron los compañeros de Selección de Iñaki Urdangarín. Quizás por eso el vicepresidente del COE no pudo contener sus lágrimas, preso de la emoción, al aplaudir desde la grada el éxito de muchos de los que fueron sus compañeros. Como David Barrufet, Mateo Garralda, que ha vivido una segunda juventud para demostrar que es uno de los mejores laterales del mundo, Demetrio Lozano o Juancho Pérez. Con ellos están los de la nueva generación como Iker, Alberto Entrerríos, Alberto Rocas, ese pequeño gran hombre en el extremo llamado Juanín o el recién llegado Uríos.

Ellos han formado un equipo duro como el acero, agresivo y tremendamente ofensivo como lo demostraron endosándole ayer 40 goles a Croacia, su bestia negra y a la que no se ganaba desde hacía cinco años. También ese técnico llamado Juan Carlos Pastor, llegado como interino a la selección, no pudo contener las lágrimas. En la Liga española forjó un poderoso equipo sin extranjeros como es el Valladolid y quizás para algunos su nombre no les sonaba. Siguiendo su línea de revelación ha llevado al balonmano español a lo más alto doblegando ni más ni menos que a los que hasta ayer eran los campeones mundiales y que aún son los campeones olímpicos. De verdad que esas lágrimas, de uno y de otro, son de oro.