La Selección extendió su reinado cuatro años más

España, la vigente campeona del mundo, llegaba al Mundial de Taiwán baja de moral y repleta de dudas con un juego que no convencía a nadie. Es más, sus principales rivales, sin dejar de respetarla, apenas la otorgaban opciones al triunfo final al tiempo que habían preparado a conciencia la ofensiva.

Brasil había esperado cuatro años para tomarse la revancha y volver a reinar. Italia había nacionalizado a medio Brasil después de ganar el título en Europa. Argentina había destronado a Brasil en la Copa América. Portugal había trabajado más que nadie para superar el tercer puesto del Mundial de 2000. El cálculo general fue erróneo porque España reeditó el título y extendió cuatro años más su reinado.

Las claves fueron varias. La primera, que España posee la mejor competición de clubes a nivel mundial y eso convierte a sus jugadores en los más competitivos en situaciones límite. Segunda, Javier Lozano supo convencerles de sus posibilidades y convertir el equipo en una piña sin fisuras. Tercera, el torneo dispuso de una pista de juego anti espectáculo donde primó el fútbol sala defensivo, y ahí, en el campo táctico, la Selección española es maestra de maestros. Y cuarto, España se vio favorecida por las fechas, tres meses después de empezar su competición, el mejor momento físico para que un equipo aborde un campeonato.

Respecto a los clubes españoles, Boomerang Interviú, el club más laureado del fútbol sala español, volvió a estar en primera línea de la batalla para ganar todos los títulos que disputó: cinco de cinco: Liga, Copa y Supercopa, en el ámbito nacional, y Copa de Europa -su primera oficial- e Ibérica, en el internacional. Lenisio, de ElPozo, fue el protagonista al convertirse en el mejor jugador y, con 69 goles, en el máximo goleador.