La trastienda del torneo: ocio y medicina de lujo

Dos videoconsolas, cuatro pantallas de plasma que sólo emiten tenis, una habitación de paredes negras con DVD, varias salas de descanso, un futbolín, una mesa de pin-pon y un billar. Los jugadores del Masters no tienen que salir del Rockódromo para sentirse en casa. Por esa zona privada pasean sin tensiones y se entretienen lejos de miradas de periodistas y público.

La temperatura de la sala, 22º grados, es la misma que la de su restaurante, a 500 pasos. Su menú de cada día, un buffet de ensalada, pasta, crema de verduras y consomé, de primero; pollo, ternera o pescado, de segundo; fruta, yogur y helado como postre y refrescos, zumos, agua, café e infusiones; de bebida. Cuesta 26 euros (gratis para ellos) y se confecciona en función de sus necesidades. Un menú pensado por el servicio médico de los jugadores, capitaneado por el doctor Ángel Ruiz-Cotorro. A su disposición, un equipo de 35 profesionales médicos, todo el apoyo de FIATC y 300 metros de vestuarios.

Exclusiva.

El objetivo es que los jugadores corran el menor riesgo posible, aliviar las cargas después de una temporada larga, tratar las lesiones, explica el doctor Cotorro. La zona médica es exclusiva de jugadores. Nadie más puede entrar en ella. Ellos organizan su día a día allí. Antes de los entrenamientos, 20 minutos de calentamiento en el gimnasio, un masaje y a la pista. Después, otra vez estiramientos, si hay lesión se trata, comen, descansan, entrenan; por la tarde, repiten rutina y, al final, sesión de hidroterapia, fisioterapeuta y masajista, explica el doctor. A su disposición, las mejores manos y máquinas. La trastienda del Masters.

Una máquina de 360.000 euros

En el centro médico hay una bañera de hidromasaje de 36.000 euros y una máquina de resonancia magnética de 360.000. También se pueden realizar ecografías. Lo mejor al servicio del tenis.