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Atenas 2004 | Natación

Phelps empieza fuerte:oro y récord del mundo

Inició su asalto a Spitz con una fácil victoria en 400 estilos

Actualizado a
<b>FELIZ. </b>Michael Phelps expresa su alegría al ver que a la medalla de oro unió uno récord del mundo.
reuters

Llegó Phelps, la perilla afeitada, un autista blindado con sus auriculares de música rap (DMX, esta vez), y no saludó a ningún otro competidor, ni siquiera a su colega Erik Vendt. Como si alguno de ellos le hubiera llamado el insulto que más le afecta: Orejón. Entonces, limpió el podio de salida, con esa figura escurrrida, medio pez, medio hombre. Y menos de cinco minutos después, este autista de las orejas grandes y el cuerpo de lenguado había batido su récord mundial de 400 estilos y le había dado a Estados Unidos el primer oro en los Juegos de Atenas. Si todo le sale bien, Phelps no sólo puede superar a Spitz, sino empatar con Aleksandr Dityatin, el gimnasta ruso que ganó ocho medallas de todos los colores en Moscú 1980. Excepto, Dityatin nadie ha sumado en unos Juegos ese número de medallas.

Phelps es una máquina de nadar y es un valiente. Es una máquina porque en el agua parece una piragua movida suavemente, sin burbujas y con sinuosas rotaciones por dos palas desproporcionadas: esos brazos que se extienden en total hasta casi 210 centímetros. Es más máquina, porque su déficit de oxígeno en pleno esfuerzo es la mitad del de otros nadadores de élite. Y es un valiente, porque su gran apuesta va sacando a la natación del anonimato. Hasta ahora, era inimaginable pensar que alguien quisiera pagar por ver natación. Pero un Thorpe-Phelps en la fresquita piscina de la acalorada Atenas se va pareciendo más y más a un Ali-Frazier en la insoportable humedad de Manila.

Osado.

Y Phelps es más valiente aún, porque es el objeto de la insoportable levedad de los envidiosos. Michael no sólo tiene enemigos entre los australianos: los teloneros de la selección estadounidense, con su líder Gary Hall Jr. a la cabeza, reniegan de él: Es el único de todos nosotros que estaba clasificado para los relevos en el mes de marzo, sin esperar a los trials. Vamos a ver qué pasa tras el 100 mariposa frente a Crocker.

En sí, la final de 400 estilos no tuvo más color que el rojo de las orejas de Phelps. En mariposa, su ritmo es el de una piragua humana. En espalda, como dice el ex campeón John Naber, no se le caería una gota de agua de un vaso que llevara despositado sobre la frente. En la braza es técnicamente impecable, pero es su peor estilo, el que no trabaja. Ahí, Cseh le recortó más de un segundo: eso le costaría al húngaro la medalla de bronce. En el tramo libre, Phelps fue dinamita, un estallido suave de rotaciones del torso en las que podía haber tantas burbujas como en un explosivo plástico. Con 4:08.26, batió su plusmarca de los trials y le sacó más de tres segundos y medio a Vendt, plata: Cseh pagó con bronce su ilusión de la braza. Los peces chicos siempre pescamos algo a la estela de los peces grandes, y yo seguí la estela del más grande que hay aquí, dijo Vendt. El y Phelps (coronado con laurel olímpico) escucharon su himno con la mano en el corazón y entre gritos de USA, USA, iuesei, iuesei.