Compadreos preolímpicos

Este fin de semana se celebran en Ciudad Real los campeonatos de España de taekwondo. Dado que es año olímpico, dichos campeonatos debieran adquirir especial trascendencia para formar el equipo que fuera a los Juegos. Pero no es así. La falta de un criterio de selección lo impide. La Federación Española de Taekwondo no tiene norma escrita sobre quiénes tienen que ir a los Juegos. Hay unos torneos preolímpicos, en los que Juan Antonio Ramos se ha ganado una plaza, pero sin reglas claras para decidir quiénes acuden a ellos, lo cual provoca suspicacias pues los seleccionadores —hay dos— son a la vez entrenadores de algunos taekwondokas . A los Juegos Olímpicos sólo pueden ir cuatro. Dos hombres y dos mujeres. Uno en cada peso. Las categorías son ocho, pero el Comité Olímpico Internacional las reduce a cuatro. Y es ahí donde viene el lío.

Los taekwondokas tienen que subir o bajar de categoría y hay quienes, como la navarra Aitziber Los Arcos, bronce en el último Mundial, o la valenciana Luisa Arnaz, se quejan de discriminación porque se ven obligadas a competir contra rivales cuando aún no han cogido el peso ideal. Las quejas vienen porque un seleccionador, el coreano Kim, es entrenador en Castilla-La Mancha, y el otro, Solís, en el País Vasco, donde tienen intereses particulares. Las quejas son conocidas por el Consejo Superior de Deportes y el Comité Olímpico Español, pero ambos organismos se abstienen con la excusa de que es asunto de la Federación Española de Taekwondo.

Sin embargo, no estaría de más investigar, porque el taekwondo es deporte muy dado a las arbitrariedades y los compadreos. En los Juegos de Sydney a alguien le llegó el rumor de que ningún país ganaría más de dos medallas con la finalidad de que la mayor parte de los participantes popularizaran el taekwondo a su regreso, y así fue. Las 18 medallas se repartieron entre 14 países. Ya es difícil encontrar un deporte con mayor igualdad.