Loeb sentenció sin contemplaciones

Parece que un tornado haya arrasado el Mundial de rallys. Pasearse por la asistencia del puerto de Montecarlo era lamentable, ya que casi no había nada que ver. Esto no resta brillantez al demoledor triunfo de Sebastien Loeb y Citroën, pero lo cierto es que la disciplina se viene abajo.

Un multimillonario suizo llamado Olivier Burri ha logrado su primer punto en el Mundial, que además es el primero que consigue un piloto de ese país. Él está encantado, pero no es de recibo que se lleve ese premio quien ha finalizado a más de un cuarto de hora del vencedor. Y todo es producto de la nueva reglamentación.

Hace un año, no se cabía en el puerto del Principado, y no por culpa de los inmensos yates allí atracados. En cada carpa se daba servicio a tres o cuatro vehículos oficiales. Y ahora sólo hay dos por equipo, a lo que hay que sumar el vacío de Hyundai y Skoda.

Por más que Max Mosley, el presidente de la FIA, intente justificar lo injustificable, lo cierto es que el Mundial de rallys hace aguas. Las nuevas normas no convencen a nadie y eso puede llevar a otros a seguir el camino de Hyundai y Skoda, algo que casi le sucede a Ford, que está corriendo de milagro. Las parrillas están vacías, y a este paso va a ser difícil que ese coloso llamado Loeb no se proclame campeón con varias pruebas de adelanto.

Los Peugeot son fiables

Los Ford Focus de Martin y Duval acompañaron al Citroën Xsara del ganador Loeb en el podio de Montecarlo, pero quizá el dato más significativo de la cita inaugural del Mundial 2004 ha sido la competitividad y fiabilidad de los nuevos Peugeot 307. La marca francesa estrenaba coche en el Principado y había algunas dudas sobre si terminarían la dura competición. Pues lo hicieron y además los dos: Gronholm en la cuarta posición y su compañero Loix en la quinta.