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Luis dirigió la sesión febril y con resignación

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La resaca del Albacete-Espanyol del pasado domingo resultó pesado y duro para todo el primer equipo blanquiazul. Para los que jugaron, para los dos expulsados y para los que no tuvieron más remedio que verlo desde el banquillo o desde casa (el caso de lesionados o no convocados). Pero las circunstancias quisieron que fuera un día especialmente duro para el técnico. Luis Fernández, que también vio la amarilla en el Carlos Belmonte, amaneció medio griposo y se tuvo que administrar antibióticos para aguantar. Dirigió la sesión matinal abrigado hasta las cejas, ya que la lluvia que caía sobre Montjuïc tampoco ayudó. Por si no quería caldo, tuvo que tomar dos tazas, o tres.

Tras el entrenamiento, y desesperado en su habitación del hotel que habita desde que aterrizó en Barcelona, el de Tarifa repasó mentalmente todo lo acaecido en Albacete. Las decisiones arbitrales, más que polémicas, encendieron una furiosa resignación en el entrenador. No era para menos, aunque mañana tienen un nuevo partido y debería desconectar. El caso es que Luis está convencido de no haber vivido una situación profesional similar en toda su carrera deportiva. Como sus jugadores, como la directiva y como la afición, no se explica lo sucedido.

"Por más que lo pienso y lo reflexiono no le encuentro ninguna explicación. La mano de Aranda en la jugada del segundo gol del Albacete la vio todo el campo. Es imposible luchar contra esas circunstancias, contra tantos errores arbitrales, pero no pensamos rendirnos", aseguró. Espíritu luchador, Luis no lanzará la toalla. Mañana le toca lidiar contra otro colegiado novel. Espera que no se repita una actuación como la de Teixeira Vitienes. De lo contrario, luchará, gritará y se levantará aún a riesgo de agravar su gripe. Para ello es un profesional.