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Saber perder y saber ganar

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Siempre pensé que el mejor fichaje del Real Madrid había sido el tándem formado por Florentino Pérez y Jorge Valdano. Más que en los triunfos deportivos, pensaba en los cambios de empresa, de carácter y de imagen que han acompañado a la gestión de estos dos hombres. En términos de montaña, creí que esa cordada era la buena. Pero ahora, como tantos otros aficionados, no estoy tan seguro. Ante uno de esos gráficos que demuestran a los accionistas y ejecutivos la evolución de sus activos, resulta casi inevitable buscarle una semejanza con el trazado que deja marcado sobre el papel un electrocardiograma.

Pero es una semejanza engañosa. El corazón y los sentimientos tienen muy poco que ver con las cuentas de resultados y la lógica empresarial. Una vez más, lo acabamos de comprobar durante la quirúrgica maniobra sin anestesia liderada por Florentino Pérez en el Real Madrid. Resulta especialmente dolorosa por incomprensible e injusta, la no renovación de Vicente del Bosque. No hace mucho le oí al presidente del Madrid una afirmación con las que estuve de acuerdo: el Madrid sabe ganar y también sabe perder.

Y se demostró en la Copa de Europa. Se supo perder, con elegancia y jugando el mejor fútbol del continente. Ahora sin embargo no se ha sabido ganar, y es que siempre es más difícil ser generoso y justo cuando se es fuerte. 2Un caudaloso torrente de hojarasca llena de palabras que esconden más que desvelan, esparcidas por Jorge Valdano y el portavoz de la junta directiva del club, han tratado de explicar por qué han decidido prescindir de un empleado que ha demostrado talento, capacidad y conocimientos, resultados y lealtad indestructible a la institución, incluso en el momento del despido. Resulta que "no da el perfil para el Nuevo Real Madrid". Sobre cuál son esos rasgos anhelados no han especificado nada, de momento; un silencio que legitima pensar que quizá sólo estén seguros sobre lo que no quieren.

La historia de la aventura puede aportarles algunos ilustrativos ejemplos sobre qué cualidades deben adornar al hombre encargado de liderar un trabajo en equipo en situaciones mucho más complejas, abrumadoras y peligrosas que la Liga de Campeones. Ernest Shackleton fue uno de los más grandes exploradores polares de todos los tiempos y también uno de los más ilustres perdedores. Se propuso cruzar la Antártida y sin embargo ni siquiera llegó a pisar el continente helado. Pero supo hacer frente a la adversidad, creó un equipo indestructible, el mejor de la historia, que durante tres años luchó por la supervivencia.

Shackleton, al que todos respetaban su autoridad moral ganada a pulso en el esfuerzo y el sacrificio, lideró a sus hombres tomando decisiones sensatas y justas. Se jugó la vida por ellos y logró que todos volvieran a casa. Probablemente el Real Madrid del siglo XXI requiera otros perfiles y actitudes como la demostrada por Florentino Pérez esta semana. El futuro lo dirá. A mi me hubiese gustado más un equipo donde la lealtad, la honradez y la caballerosidad tuviesen más peso que la mercadotecnia. Es probable que el capital de la empresa Real Madrid se vea acrecentado con estas últimas decisiones, pero dudo que haya pasado lo mismo con valores tan importantes, para ganar un partido y para la vida, como la fuerza del grupo, el coraje, el objetivo común y la lealtad.

No creo que me animara a caminar por un glaciar atado a una cuerda con el presidente del Real Madrid. Habría demasiadas grietas peligrosas, y no sólo en el suelo. Y ojalá me equivoque.