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Imitando al Madrid

Actualizado a

Nos adentramos en las semanas del aliento en el cogote. Algunos estudiantes habrán dado un respingo al leer esto y mirar hacia la torre de apuntes que amenaza con enterrarles cuando no tengan más remedio que excavar en ella ante la inminencia de los exámenes finales. Vaya para todos ellos nuestra solidaridad. Sin embargo, mi intención es referirme a esos días venideros que se convertirán en decisivos para las aspiraciones y sueños de deportistas y seguidores en multitud de deportes.

El Madrid se las verá en nada con el penúltimo obstáculo —italiano, y por tanto muy espinoso— que le separa de la Décima. La Liga también anda apretada y el mundo del baloncesto, tanto el nacional como la NBA, está agitado con los últimos prolegómenos que darán paso a los partidos determinantes para dilucidar quién será el campeón. Y así podría enumerar deportes que se enfrentan a sus fases finales, a la emoción y la incertidumbre de decidir en unos minutos, o en unos segundos, la gloria.

Pero ahora mismo, a miles de kilómetros de aquí, en el Himalaya, se encuentra un puñado de deportistas enfrentados también a su particular fase final, en la que se van a jugar mucho más que una copa que llevarse a la vitrina. Son alpinistas, hombres y mujeres que están sintiendo también el aliento en la nuca de saberse ante las horas decisivas del desafío que comenzaron hace varios meses. Como nuestros amigos Edurne Pasabán, camino de convertirse en la española con más cumbres de ocho mil metros de todos los tiempos, o Silvio Mondinelli, metido en la tarea de terminar los catorce, y muchos otros que ahora esperan en un campo de altura a que la generosidad de la meteorología les conceda unas preciosas horas en las que lanzarse hacia la cumbre de una montaña. Sólo si se ha hecho bien todo el trabajo previo se puede llegar tan alto.

No existen atajos en el camino hacia los ocho mil metros. Los que se apresuran, los que desprecian esos "partidos ganados antes de salir al campo", son firmes candidatos a fracasar. Como lo son los que se muestran reservones en los momentos decisivos. Es el momento de arriesgar, que no es lo mismo que ser imprudentes; de ser valientes y tener coraje.

Me dicen que al presidente del Madrid se le atribuye la frase: "fichar defensas es de cobardes". Y, en efecto, sus fichajes son los que han convertido al Madrid en un equipo valiente y en el Bernabéu en una caja de espectáculo que ha prohibido el fútbol reservón. Creo que es éste un criterio a compartir por el alpinismo y los deportes en general. Sólo los que se atreven a fracasar conocen el verdadero e intenso sabor que encierra el triunfo. Y si no lo consiguen, al menos les queda la satisfacción de saber que lo han intentado. En el fondo, el deporte, cualquier deporte, no es si no un espejo privilegiado de nuestra propia vida, donde fichar defensas también es una mala táctica.