Futre veía en él el nuevo Paulo del Calderón

En la final de la Copa de Europa de 1987, el Oporto sorprendió al Bayern de Múnich. Lo hizo después de que el marroquí Rabah Madjer, de tacón, y el brasileño Juary voltearan el marcador que los bávaros habían abierto en el minuto 25. Sorprendió el resultado final, pero lo que más agradó de todo fue la presencia de un portugués de larga melena y que correteaba incordiando a la retaguardia germana. Ése era Paulo Futre, el símbolo del Atlético durante el final de la década de los 1980 y principios de los 90.

De ahí que Jesús Gil lo repatriara para el conjunto del Manzanares, después de jugar en el West Ham, Olympique, Reggiana, Milán y Yokohama Flugels. Su función era la de director deportivo: reclutaba jugadores interesantes que hicieran vibrar a la exigente afición del Calderón. Y ahí es donde aparece Raúl Tamudo. En éste veía el genio, la garra, la fuerza y el gol que antaño había tenido él. Era como volver a sus años de juventud, en la que su insistencia había provocado ser el ídolo de una afición que le amaba. ¿Está preparado Tamudo para asumir ese rol? Sí. La respuesta es contundente. ¿Por qué? En Montjuïc la gente no se chupa el dedo y Raúl siempre les ha complacido. Sus arrancadas y su gol es comparable al del mejor Futre, de ahí el gusto del portugués y las intentonas fracasadas por llevarle al Atlético. Ahora, con el luso fuera de los despachos del Calderón, Luis Aragonés tiene a Tamudo en su lista. Le agradaría poder disfrutar de sus servicios, al igual que a Raúl le agradaría aprender del entrenador de Hortaleza.

El destino no ha podido unir a Futre y a Tamudo bajo la misma bandera. Una pena. El portugués hubiera acogido al de Santa Coloma con los brazos abiertos, sabiendo que la elección y su apuesta hubiera sido una carta ganadora.

Ahora que entramos en el mes de los contactos, reuniones y rumores, Futre deberá leer, ver u oír que Tamudo podría llegar al Atlético. Veremos qué es lo que pasa.