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Entrevista Del Nido

"Cerrar por más partidos el Pizjuán que el Camp Nou puede ser anticonstitucional"

José María del Nido es el presidente del Sevilla.

Tomás Guasch
Actualizado a
Reflexiones del presidente del Sevilla
morenatti

Partido entre dos clubes con estadios por cerrar esta noche en el Camp Nou. Barça vs Sevilla, casualidades de la vida. Al campo local lo sancionaron con dos encuentros y al de los visitantes, con cuatro. Apelaron ambos. Los azulgrana, a Apelación; los blancos llegaron a la última instancia: Disciplina Deportiva.

¿Con qué ánimo, y no me refiero de momento al futbolístico, afronta el Sevilla su visita a ‘Can Cochinillo’?

—Nosotros vivimos expectantes, a la espera de conocer la resolución del Comité Español sobre nuestro caso particular. El agravio comparativo ya se ha cometido al sancionarse en primera instancia de manera distinta ambos episodios, los de Barcelona y el nuestro. No es justo.

Huelga recordar los hechos: guardia jurado apaleado en Nervión; multilanzamiento de objetos contra Figo y el Madrid. Cuatro partidos al Sevilla, dos al Barcelona.

—No entramos en el caso del Barcelona, no nos compete juzgarlo. Lo que sí nos compete es el fallo, su resultado final, que puede resultar incluso anticonstitucional. El artículo 14 de la Constitución Española establece el principio de igualdad en aplicación de la Ley. Dos hechos iguales no pueden ser sancionados de forma distinta. Es más: el Sevilla contrató guardias de seguridad precisamente para evitar que se tiren cosas al campo, que haya peleas, para evitar desórdenes, vamos. Si resulta después que cuatro energúmenos apalean al guardia, dígame usted qué puede hacer el Sevilla.

Pues lo que hizo: mover cielo y tierra ayudando en la tarea de esclarecer los hechos.

—La Jefatura de Policía certificó que tomamos todas las medidas de seguridad para evitar que se produjeran incidentes. Las normas de Protección Civil las tomamos al pie de la letra. Hemos identificado a los culpables y a uno de ellos, que se demostró que era socio de nuestro club, lo hemos expulsado a perpetuidad. Y nos hemos presentado como acusación particular contra estos señores, uno de los cuales se descubrió días después que es un delincuente habitual. ¡Estamos ante un problema social, no ante un problema del Sevilla!

Que no le consiente y anima a su speaker, el Sevilla me refiero, a que haga parones después de nombrar a cada jugador del Betis para que el respetable que lo prefiera se acuerde de su padre. Que no tiene, el Sevilla insisto, un vicepresidente que sale y dice "mis hijos pitarán al Betis por delegación mía", ni un presidente que manifiesta tan ricamente que desearía ser un ultra... Y así sucesivamente.

—No, mire usted, una cosa es la pasión, lo que rodea un Sevilla-Betis o un Barça-Madrid, y otra lo que estamos hablando. El Sevilla no llamó a la violencia: ni en los periódicos ni por teléfono.

Todo eso está claro. Y por lo que cuenta, estará usted de acuerdo con el señor Lendoiro cuando dice que, en estos asuntos, el que la hace la paga y que responda ante el juez. Que a él le cerraron Riazor por una mandarina, y al Espanyol una vez también, y que la culpa es del lanzador y lo demás caralladas, en buen gallego.

—Sin duda. Si los hechos nuestros están siendo objeto de investigación penal, y por esa vía se van a resolver, que apechuguen los culpables. Hablamos de acciones cometidas por gente concreta, identificada, y no por la generalidad de un estadio. Tenemos un problema social, ése es el quid de la cuestión. No puede ser que los incidentes en un derby sevillano o en un clásico Barça-Madrid nos impidan ver la necesidad urgente que tenemos de tomar medidas preventivas lo antes posible.

Desde que el niño es eso, un niño. Convendrá ir reculando y no enseñarles que el bético es un señor que tiene rabo, o que el sevillista lo mismo, o que Madrid es un monstruo, o los catalanes, malvados. Todas esas barbaridades que, de tanto repetirse y tanto jalearlas los tarados de costumbre, acaban calando en la juventud y resulta que no van a un partido de fútbol, sino a la guerra.

—Seguro, seguro. Es una tarea que se inicia en la infancia y en la que tienen muchísimo que ver las autoridades políticas.

Ya. Si supiera usted cómo se explica la historia de España en según qué lugares... Lo raro es que no andemos otra vez a palos. Una gran parte del problema, Del Nido, está ahí. Creamos fanáticos, hinchas recalcitrantes del barrio, el club, su comunidad. Gente que ve a los que no son de su cuerda como al enemigo.

—Hay situaciones inexplicables, teorías de gente que uno las oye y le parece increíble que puedan defenderse en pleno siglo XXI. Quizá todos estos lamentables episodios nos lleven a reflexionar y replantear una serie de cosas. Desde la infancia, como usted dice. Y desde los políticos, las administraciones, insisto yo.

Total, que espera que el Comité Español les oiga.

—Confío en que todos los argumentos presentados, que hemos resumido perfectamente aquí, convenzan a sus miembros de que cerrarle el campo al Sevilla es una barbaridad. Y por cuatro partidos, algo incalificable.

Cambiemos de tercio y hablemos del Sevilla-Sevilla, el de verdad, el que esta noche disputará tres puntos importantísimos en Barcelona.

—Lo deportivo es lo que más nos preocupa, pues en lo demás, el club va creciendo y mejorando. Crecemos en lo social, se están sentando en lo organizativo las bases para construir un club moderno, y en lo económico peleamos por darle la vuelta a otra situación difícil. Este año vamos a conseguir equilibrar el presupuesto, de manera que el partido entre gastos e ingresos acabe en empate. Lo conseguiremos tras decenas de años de pérdidas.

¿Cuántas?

—Alrededor de 9.000 millones de pesetas. Bueno, si lo transformamos en euros nos parecerá menos, ¡ja, ja!

Economía de guerra impepinable, claro.

—Del todo. La losa económica que pesa sobre el club se puede ir aguantando por los terrenos de la Ciudad Deportiva o por los jugadores. Habrá que hacer sacrificios los próximos años.

Me parece a mí que locuras, ya ni una. Ni el Sevilla ni los Lakers.

—Ya se vio en verano, efectivamente. Se gastaron dinero el Real Madrid, el Barcelona, el Deportivo y el Atlético de Madrid, pues venía de Segunda. El resto, nada. Eso significa que sólo fichó un veinticinco por ciento de la Primera División. Y es que hay que rendirse a la evidencia: el fútbol español vivía fuera de España, en una galaxia extraña, muy por encima de sus posibilidades. El reto es adaptarnos a la Ley de Sociedades Anónimas Deportivas en serio: los números tienen que cuadrar, no hay más remedio.

Es que nuestras SAD, nuestro fútbol, nosotros todos somos la monda. En cuatro días vamos a tener dos estadios olímpicos para vestir santos: el de Montjuïc en cuanto el Espanyol construya su campo en Cornellà, y el de La Cartuja, ¡para qué contarle!

—El proyecto del Espanyol me lo comentó el otro día Dani, su presidente. Tienen una gran ocasión para construirlo y la van a aprovechar. Lo nuestro es distinto: la afición del Sevilla no se mueve de su casa. Con La Cartuja estamos negociando disputar allí el Sevilla-Real Madrid; apareceremos, pero en situaciones muy concretas. No para quedarnos.

Trasladarse allí sería un negociazo para ustedes.

—Sí, pero el fútbol es sobre todo sentimiento; lo rentable no cuenta en este tipo de elecciones. Quizá dentro de unas cuantas generaciones se vean las cosas de manera distinta. ¿El presidente del Sevilla? Pues como los demás: la casa de uno es la casa de uno.

Y eso, es la casa de un sevillista, la de usted por ejemplo, ¿se brindó por el Auxerre?

—No, para nada. Con el Betis debemos conservar las relaciones actuales, que son cordiales y respetuosas. E ir de la mano en lo que nos interese a ambos. Pero no hay que alegrarse del mal ajeno.

Resuélvame una duda. El otro día jugó el Betis en Barcelona, con el Espanyol, y pitó Carmona Méndez. Cuando expulsó a Joaquín comentaron a mi lado: "Este Carmona representa intereses de Del Nido, el presidente del Sevilla, en Extremadura. Es antibético". ¿Cuál es su relación con este colegiado?

—Ninguna, no le conozco, no tengo el gusto. No he cruzado con él una palabra. Es posible que desde mi despacho profesional, que sí interviene en asuntos extremeños, hayan tenido algún contacto con él, en su condición de abogado. Pero ya le digo, no le conozco.

A Reyes sí le conoce. ¿Lo ve armándosela esta noche a Puyol? Porque Reyes es el mayor activo del Sevilla y en este tipo de situaciones, los activos deben aparecer.

—Es muy joven, tiene 19 años y un gran camino por delante para mejorar como futbolista. Como otros jugadores del equipo, entiendo yo. Pero volviendo a lo de antes, es preferible que los presidentes nos vayamos fijando en otros activos si pensamos en el dinero. Dudo muchísimo que vaya a venir nadie ya con ocho o diez mil kilos, y que un futbolista nos arregle la deuda. Reyes, a meter goles, ojalá que hoy un par de ellos, y nosotros, a gestionar. Y a gestionar bien. Ese es el futuro.

Por usted, Del Nido, le quitaba yo al Sevilla tres partidos de sanción. Por lo menos.