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Fútbol Sala | División de Honor

El miedo derrotó al Valencia y al Boadilla

Jugaron a no perder y ofrecieron un partido muy malo.

ALEJANDRO ALCÁZAR
<b>DESTRUCTIVOS.</B> Fali y Merino, durante un partido malo y sin juego.

Los equipos revelación de la Liga se rebelaron contra su propia filosofía y no ofrecieron nada, salvo respeto hacia el rival para anularse a sí mismos. El destino de un partido de fútbol sala suele señalarlo el marcador y ayer el luminoso maniató a dos equipos que no se quitaron nunca el corsé, salvo tres o cuatro minutos en los que demostraron que cuando tienen campo por delante fabrican puro espectáculo.

Desilusionante. Tanto el Valencia como el Boadilla lo bordaron en defensa y no sacaron nunca su armamento en ataque. Se reservaron conscientes de que en caso de arriesgar el rival podría pasarle por la guillotina. El resultado fue un espectáculo deplorable. Fue el partido del gilitoque y ataques por la vía supersónica por si caía la breva de cazar un gol en acción solitaria. Pero no cayó, salvo en una ocasión por cada bando y en cuestión de un minuto.

Tan escaso bagaje supuso un constante bostezo y un desilusionante espectáculo por parte de dos conjuntos que están considerados como los más frescos en ideas y valentía de la competición, pero ayer se empeñaron en demostrar lo contrario.

Eso sí, el At. Boadilla dejó sentado ser más rico en elementos, con jugadores más versátiles; mientras que el Valencia volvió a dejar claro que es un bloque que baila al mismo son, ya sea ofensivo o defensivo. Pero ayer imperó la destrucción sobre la creatividad y el punto dejó contentos a dos cuadros que defraudaron por su permanente miedo a ser sorprendidos al contragolpe, por lo que su actitud defensiva desbordó todas las previsiones, porque renegaron de su aptitud ofensiva.

Gol fantástico. El tanto del At. Boadilla, en un pase con el empeine de Lorente, que superó por alto a un defensor para que Werner empalmara de manera imponente, fue lo único realmente bueno de los 40 minutos. El propio Werner estrelló segundos después el balón al palo. Del 0-2 se pasó al 1-1 de Josete, lo que supuso volver a lo anterior, o sea al gilijuego.

En definitiva, un partido que prometía se convirtió en una tortura por el temor a perder de dos equipos de los que se esperaba muchísimo más.