NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

Golf | Abierto Madrid

Harrington contra el Tiger australiano

Padraig y Scott son los favoritos, pero hay 14 jugadores en 5 golpes.

Actualizado a
<b>GRAN PATEADOR.</B> Padraig mostró su talento con el putt en las manos.

A falta de españoles en las primeras posiciones, el público del Open de Madrid se ha dejado seducir por el juego de Padraig Harrington, al que dedicó ayer una sonora ovación cuando concluyó su recorrido como único líder con 16 bajo par. El irlandés aspira así a sumar su segunda victoria madrileña, pero no le será fácil obtenerla. A la cuarta y definitiva ronda llegan 14 jugadores en 5 golpes.

De entre sus perseguidores, hay uno que se presenta como su gran adversario en la lucha final. Se llama Adam Scott y podría decirse de él que es el Tiger australiano. Un esbelto jugador de 22 años que revienta la bola con el drive y al que ayer le sobraron los dos últimos hoyos. Scott llegó al tee del 17 con un birdie calentito del 16 que le ponía con -7 en la suma del día y -17 en el cómputo total. Desbancaba a Harrington del liderato y tenía loco al público que le seguía, entorno a 500 personas. Dos birdies suyos más hubieran reventado el récord del campo, pero llegaron dos bogeys de juvenil que le mandaron al campo de prácticas.

"Estoy disgustado por haber terminado así, pero el resultado es bueno y todavía estoy ahí. Sé que mi juego está bien, pero ahora mismo me voy al campo de práciticas a trabajar más". Se supone que ese gris final no le marcará y luchará a partir de las 12:30 de hoy por lograr su tercera victoria de la temporada.

Y mientras el Tigre australiano menguaba a lindo gatito, Harrington remontaba un bogey con el que no contaba en el hoyo 14. Normalmente, en los pares cinco es infalible, como demostró en el hoyo 4 haciendo un eagle (dos menos que el par). Este hincha del Leeds United finalizó su concurso con dos putts magistrales en el 16 y 17, de ocho y once metros, el primero con mil caídas y pianos, que significaron dos birdies más. Y pudo llegar otro de no pararse la bola en el 18 a pocos centímetros del agujero.

Dio igual, el público ya estaba entregado a este dublinés al que no le gustan las canciones políticas de U2, ("era crío cuando sonaban y no las entendía", alega) y agradeció su entrega: "En Madrid me siento el favorito del público".

A su mujer, Caroline, también le gusta. Volverá a pasar nervios entre el público siguiendo a su marido. No se pierde un partido y sólo la gusta ver, no jugar, porque "es el deporte más difícil del mundo", dice. Y lleva razón.