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La tradición histérica

Actualizado a

Harrington confiesa que aprende más de las derrotas en la Ryder que de los triunfos. Cuanta razón lleva. La de Brookline en 1999 escoció a medio continente, y más a sus protagonistas. El irlandés fue uno de los que sufrió en sus carnes el hooliganismo de los estadounidenses, en ese domingo maldito de Ryder. Ese septiembre de 99 no sólo ha cambiado el destino de la Copa, sino que el golf no volverá ser el mismo.

Europa y Padraig se dieron cuenta que ellos representaban a la esencia del deporte más elegante, del que no da un aplauso gratuito, y del que respeta el buen golpe de un jugador por encima de nacionalidades. Ya se vio en Belfry... Harrington, Mc Ginley, Westwood y Torrance son, en Madrid, los representantes del grupo de profesionales que dieron un tumbo a la realidad. Ellos aprendieron de ese KO y da la sensación de que los rivales se dieron cuenta de que, en el golf, los triunfos por el camino de la mala educación no sirven para nada.

Y mientras llega la próxima Ryder, Harrington y los demás siguen aprendiendo de sus victorias en el Circuito Europeo. Allí casi no tienen fracasos. Entre ellos se jugarán el pastel del fin de semana, con el habitual invitado: Retief Goosen. Todos a disfrutar de la paz del Club de Campo, sin gritos, que no hay americanos.