Tom Daley, de niño prodigio a abanderado gracias a su hijo
El líder de Gran Bretaña en la apertura maravilló al mundo cuando participó con 14 años en Pekín 2008 y va a por sus quintos Juegos, algo que ningún saltador de su país ha logrado, movido por Robbie, tras dos años retirado.
Mantiene esa cara de chiquillo, literalmente lo era entonces, que dio la vuelta al mundo cuando con tan solo 14 años compitió en los Juegos de Pekín 2008. La sonrisa pícara también transmite juventud. Pero su discurso, sosegado, directo, seguro de sí mismo, delata sus 30 maduros años. Igual que su propia historia. Tom Daley, el niño prodigio de los saltos, se convierte en París 2024 en el único británico de su disciplina que ha concurrido en cinco citas olímpicas. Y es por ello que, junto a la remera Helen Glover, será el abanderado de su país en la ceremonia de inauguración de este viernes sobre el río Sena.
“Es un enorme honor estar en mis quintos Juegos y ser el abanderado”, asumía Daley este jueves, tan solo unas horas de que el comité británico desvelase su nombre y el de Glover, despertando aplausos en el centro de prensa de París. “Y más después de haber estado dos años sin practicar deporte”, apostilló. En esencia, ese es el penúltimo giro del destino de aquel niño prodigio, que en Tokio 2020, y después de tres bronces, al fin se hizo con un oro olímpico, el que cosechó junto a Matty Lee en los sincronizados desde la plataforma de diez metros. Tenía 26 años y decidió dejarlo, tras haber acabado -de nuevo, literalmente- en lo más alto, para dedicarse a su familia.
Pero fue precisamente uno de sus seres más queridos quien le animó a regresar. Concretamente, el año pasado, con el tiempo justo para saborear de nuevo la gloria olímpica. “Fuimos a visitar el museo olímpico y paralímpico de Colorado Springs”, relata Daley en París, “cuando mi hijo Robbie (nacido en 2018, un lustro antes que Phoenix, su segundo vástago), me miró y me dijo ‘papá, quiero verte saltar en unos Juegos Olímpicos’. Terminé llorando”, cuenta el saltador, que decidió “dar ejemplo” a sus hijos “trabajando duro”.
Un desafío a “la mejor nación” en saltos
“En el Centro Acuático estarán mi marido y mis dos hijos”, celebra ahora Daley, quien admite que pese al título olímpico en Tokio le “faltó esa emoción de sentir al público cuando estaba concentrado para saltar. Ahora todo será diferente”, predice el único clavadista que en los anteriores Juegos fue capaz de arrebatarle un oro en este deporte a China. “Es indiscutiblemente la mejor nación en saltos, pueden ganar todos los oros individuales. Pero son unos Juegos y el resto de países nos hemos preparado para plantarles cara. Es un desafío para el resto del mundo romper los siete oros que ganaron en Tokio”, advierte.
El ganchillo de la cordura con el que honrar a su padre
La incógnita, a la espera de su participación el lunes en los sincronizados de plataforma junto a Noah Williams, el nuevo acompañante con el que se proclamó subcampeón mundial en Doha hace cinco meses, pasa por saber si se repetirán las curiosas escenas que protagonizó en Tokio fuera de la piscina. Cada vez que asistía a un concurso de saltos en el que no formaba parte, Daley aprovechaba para hacer ganchillo, hasta que acabó tejiendo una chaquetilla con el símbolo del equipo de Gran Bretaña y los aros olímpicos.
“Me ayudó a mantenerme cuerdo”, manifiesta el flamante abanderado de las islas, que a buen seguro recordará a su padre, Robert. A él le dedicó también el dinero que se consiguió con la donación de esa chaquetilla confeccionada con sus propias manos. En concreto, a una organización que investiga tumores cerebrales. De eso falleció, en 2011, sin verle ganar aún medallas olímpicas. Lejos de sus quintos Juegos. Siendo todavía un niño prodigio.
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