Oka extiende el Imperio del Sol tras hundirse su cama de cartón
El japonés gana su segundo oro en los Juegos tras llevarse el concurso completo ante China. Un susto durmiendo en la Villa castigó su espalda.
Y la batalla, imposible separarla del lenguaje bélico debido a la historia conjunta de ambos países, siguió en el all around, el concurso completo masculino. Después de la final por equipos de gimnasia artística, que Japón se llevó por delante de China en una desenlace para el recuerdo, en el último instante, este miércoles, uno de los artífices de ese éxito, Shinnosuke Oka, con el segundo oro en su cuenta particular, extendió el Imperio del Sol Naciente. Tanto en los Juegos de París como en la historia olímpica reciente. Tras el reinado de Kohei Uchimura, vencedor en Londres 2012 y en Río 2016, recogió el testigo Daiki Hashimoto, la gran estrella del actual equipo nipón, que en Tokio, en casa, se convirtió en el ganador del concurso completo más joven de la historia (19 años y 355 días). En el Bercy Arena, no pudo repetir, pero le relevó uno de sus camaradas.
Celebraron juntos. Entre amigos. Con multitud de banderas japonesas en las grandas. Con la alegría de ver subir de nuevo a lo más alto a uno de los suyos y, además, por delante, otra vez, de China, que copó los otros dos cajones del podio, pero no se llevó el premio gordo. Con un total de 86.832 puntos, Oka se erigió por encima de Zhang Boheng (86.599), llamado a ser el gran rival de Hashimoto por el oro, y de Xiao Ruoteng (86.364). No falló. Su victoria, sin estruendos, pasito a pasito, se cimentó en una consistencia que no tuvieron ni su compatriota ni Zhang. El primero, tras un error en la segunda rotación del caballo con arcos, ya no se pudo recuperar y terminó sexto; el segundo, tras un ejercicio de suelo que le dejó a más de un punto de sus principales rivales, fue remontando, pero no lo suficiente.
“Estoy muy feliz de haber ganado dos medallas de oro, pero hoy hemos visto a muchos gimnastas cometer errores. No pudieron rendir al máximo nivel. Si lo hubieran hecho y si todos hubieran estado en buenas condiciones, habría sido una mejor final”, celebró Oka, respetuoso y analítico, fiel a su carácter asiático, después de ampliar el dominio de Japón en el palmarés histórico de la prueba, con ocho medallas de oro y 17 en total. “Quizás no haya subido al podio más alto, todavía no, pero en estos 24 años siento que me he ido superando constantemente”, se consoló, por su parte, Zhang, que murió en la orilla y dejó, como el día anterior, cuando Hashimoto pidió respeto por él al público, una imagen de puro espíritu olímpico. “Cuando se cayó (en el caballo de arcos), ambos nos reímos. Ambos sabíamos lo difícil que había sido para el otro”, reveló.
Una remontada imposible
A sus 20 años, y después de proclamarse campeón del mundo júnior con 15 años, Oka resolvió con nota todos los aparatos y se mantuvo con la mente fría para no amedrentarse en medio del duelo entre Hashimoto y Zhang, sin vértigo ante la oportunidad que le abrían. El error de la estrella japonesa, que se dolía del hombro derecho tras su caída, fue demasiado grande como para volver a la pelea. El gimnasta chino, sin embargo, lo bordó en las barras paralelas y en la fija para, finalmente, quedarse a 0.233 de un Oka maravilloso, que se irá de París, como mínimo, con dos oros y una historia que contar. Durante sus primeros días en la Villa, su cama de cartón se hundió debido a una fuga de agua. Lo notó durmiendo y, tras el susto, que le generó unas leves molestias de espalda, pidió un colchón normal. Una anécdota entre mucha grandeza.