Lozano Jr., lágrimas sin medalla: “No me he visto perdedor...”
El hijo del seleccionador, que fue doble medallista olímpico, cae contra Alcántara por decisión dividida. “Yo creía que era 4-1....″, dice el padre.
Dice Rafa Lozano, seleccionador nacional de boxeo, bronce en Atlanta 1996 y plata en Sídney 2000, que cuando ve pelear a su hijo, del mismo nombre y la misma destreza, no se pone más nervioso que con el resto. Que con ese Enmanuel Reyes Pla, El Profeta, que ya es metal en París; que con ese Ayoub Ghadfa que este viernes también puede serlo (22:24, en +92 kg); que con ese José Quiles que este sábado (15:30, en -57 kg) emprenderá el mismo camino. En la esquina, sin embargo, el padre sufre, sufre y sufre. Finalmente, se resigna. “Lo tenía ahí...”, le dice al presidente del COE, Alejandro Blanco, después de que su heredero caiga por decisión dividida (2-3) contra el dominicano Junior Alcántara. Otra medalla que, este viernes, se escapó por los pelos... y de forma cuestionable.
Alcántara, un joven que, como tantos otros, empezó en el boxeo para huir de un barrio oscuro, que atrapaba, propuso un poquito más de entrada en un combate muy psicológico, entre dos púgiles muy similares. Veloces, técnicos. Lozano Jr., al que le gusta mostrarse tranquilo sobre el ring, fue de menos a más, pero no convenció a los jueces. Los dos, de 19 primaveras, que se pensaron cada movimiento, que se conocían porque habían hecho guantes, generaron mucha tensión en un Nord Paris Arena hecho a medida para el boxeo. Obrero, envolvente, que ruge, duro, como ese niño, Lozano Jr., que planteó un pleito inteligente, que buscó más, que mereció algo más, pero que no lo encontró.
“No es una excusa, pero yo no me he visto perdedor...”, lamentaba el púgil español nada más bajarse del cuadrilátero. “Yo creía que era 4-1...”, se sumaba Lozano padre ante los medios presentes, entre ellos AS, después del envite. En el primer asalto, las cosas estuvieron claras, con un Alcántara más propositivo, que, pese a no conectar en exceso, sí buscó algo más. En los dos siguientes, sin embargo, Rafa, El Balín por el apodo de su padre (El Balita), dominó y encontró a un rival que, la mayor parte del tiempo, se dedicó a escapar. “Se nos complicó un poco porque tenemos un estilo similar y, el que se desespera a tirar golpes, pierde”, justificaba luego el boxeador dominicano, que jugó muchas cartas psicológicas, celebrando casi cada puño lanzado, aunque no existiera contacto.
“El boxeo no va de defender, va de conectar. Si no ataco, no golpeo, no conecto... no puedo ganar el combate. Creo que han tenido un criterio personal, no unificado, y cada uno ha visto un combate diferente”, reclamó Lozano sénior. “En algunos momentos, no entendí por qué no le sancionaron. No sé qué están valorando los árbitros, pero no justifico la derrota. Tengo que analizar mis fallos e ir a Los Ángeles a buscar esa ansiada medalla de oro”, completó Lozano Jr., que lloró y se marchó decepcionado, pero con el mismo diploma que logró su padre en sus primeros Juegos, aquel Barcelona 92 que ahora vuelve al presente.