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PARIS 2024 | BALONCESTO

Lorenzo pierde el ángel

Después de un Eurobasket memorable en 2022, en los Juegos se ha estrellado contra bases físicos y se ha ido decepcionado. Su futuro, una incógnita.

Lorenzo, ante Dort en el Canadá-España.
ALEX PLAVEVSKIEFE

Cuentan desde el vestuario de la Selección que Lorenzo Brown estaba muy tocado este viernes en el vestuario del Pierre Mauroy Stadium de Lille. Y no sólo por la derrota del equipo. Era consciente de que su actuación en los Juegos había resultado decepcionante, especialmente si se le compara con ese jugador majestuoso que dirigió con maestría el camino al oro de Berlín en el Eurobasket de 2022. En aquel torneo, firmó una media de 15,2 puntos y 7,6 asistencias por partido. Y su actuación se elevó conforme aumentaba el nivel del rival y la dificultad del partido. 28 puntos y ocho asistencias en octavos de final contra Lituania (inolvidable prórroga incluida); 10+11 en cuartos contra Finlandia. Brown hundió al anfitrión, Alemania, con 29 puntos y seis asistencias. Y, en la final, con el aire a favor, escoltó el gran partido de Juancho con 14 puntos y once asistencias. No sólo fue lo que hizo por él, sino cómo movió al equipo y convirtió a Willy en el MVP del torneo.

La Selección le echó de menos en el Mundial y le esperaba como agua de mayo para el Preolímpico y los Juegos. Lorenzo había tenido una temporada difícil. Meses antes de la paternidad sufrió de manera indirecta, como jugador del Maccabi, las consecuencias del atentado de Hamás en Israel y la respuesta del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, con la invasión de Gaza. Aparentemente, sin embargo, llegaba en un buen estado a Lille. Le acompañaban en el viaje su mujer, su madre, su hermano y su hijo recién nacido. La atmósfera era inmejorable.

Sin embargo, Lorenzo se ha encontrado con un listón físico que no había en el Eurobasket. Los entrenadores sabían perfectamente que España generaba todo su juego a través del base naturalizado. Y sacó a sus perros de presa. Josh Green y Dyson Daniels en Australia; y Luguentz Dort y Dillon Brooks. Los cuatro mordieron al nuevo jugador del Panathinaikos. Pese a que es un jugador frío y aparentaba calma, Lorenzo jugó incómodo y en una situación de estrés que se reflejó claramente en sus números: 16 pérdidas en tres partidos y un triple en nueve intentos. Brown sí ha terminado por repartir siete asistencias por encuentro, pero su influencia en el juego no ha sido ni de lejos parecida. Scariolo prescindió de él en los últimos minutos contra Canadá porque era perfectamente consciente de que su juego había perdido ángel. Lo aguantó en la pista hasta que pudo, porque es el base que sube con más solvencia, una y otra vez, de campo a campo. Pero cuando llegó el tiempo límite, se la jugó con Llull y Brizuela porque Lorenzo estaba fuera del partido. La sensación de solvencia que ofreció en Berlín, casi de jugar sobrado, se convirtió en extravío en Lille. Como si hubiese pulsado el ‘off’, parecía desconectado, fuera de lo que realmente estaba sucediendo en la cancha.

La temporada será larga. Lorenzo se va a Atenas para jugar a las órdenes del inefable Ataman (“uno de los mejores”, dijo en la entrevista que concedió a AS hace unos días). Brown declaró nada más terminar el partido contra Canadá que quiere seguir más años en la Selección. En la FEB también existía esa sensación pese a que cuando entró en la rueda, muchos pensaron que el ciclo sería 2022-2024. Desde dentro, se expresa alguna duda más ahora. Seguramente, también condicionada por el complejo desarrollo de la competición, que ha dado con los huesos de España fuera de los Juegos. Lorenzo puede seguir siendo un jugador importante porque no existen muchos generadores de juego, con Ricky fuera de la circulación hasta hoy y esperando la evolución que tenga esta temporada Juan Núñez en el Barça. Tal vez, la decisión vaya para largo y llegue cerca del verano. Tal vez, Lorenzo vuelva a ser algún día el de Berlín. En Lille, salió la cara B que nadie esperaba.

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