Katinka Hosszu: “Sigo siendo una dama de hierro como madre”

“La rivalidad con Mireia nos ha hecho mejores a las dos”, proclama Katinka Hosszu (Pécs, Hungría, 03-05-1989), el ‘alter ego’ de Belmonte, la mejor nadadora española de todos los tiempos. Y que, igual que ella, persigue el sueño de disputar en París sus últimos Juegos.

Serían los sextos en el caso de la magiar, apodada la Dama de Hierro desde su debut con tan sólo 15 años en Atenas 2004, y que a los 35 suma a su palmarés deportivo una reciente maternidad que a punto estuvo de apearla voluntariamente del objetivo olímpico, que sólo se replanteó tras aterrizar en Canarias el pasado diciembre y recuperar el amor por el agua. Y por ser la primera nadadora, mujer u hombre, en alcanzar las 100 medallas entre Juegos, Mundiales y Europeos.

De vida deportiva a las puertas de unos ‘trials’ húngaros que arrancan el martes 9 , de conciliación del deporte de elite con la maternidad, de salud mental, de Mireia y Hugo González, de Summer McIntosh e incluso de redes sociales en menores y de nutrición charló distendidamente Hosszú con AS desde Lanzarote, en conversación telefónica.

Ya se entrenó para los Juegos de Tokio en Tenerife, y ahora lo ha hecho para los ‘trials’ olímpicos de Hungría en Lanzarote. ¿Por qué las Canarias?

He estado muchas veces en Tenerife, y a Lanzarote fui por primera vez en diciembre, para una sesión de fotos, y también me encantó. Está relativamente cerca de casa, a diferencia de otras opciones, por si tengo que volver a atender puntualmente algún compromiso. Pero la temperatura es la razón principal. Es la mejor de Europa. Amo entrenarme bajo el sol. Es muy diferente nadar bajo techo que hacerlo al aire libre, creo que en las Canarias soy más rápida. Y después hay otra cuestión, relacionada con las energías y el relajo que transmite una isla. En Lanzarote puedo compaginar los entrenamientos con estar con mi hija (Camilia, nacida en agosto de 2023) y mi pareja.

Hay algo que me llama la atención: en 2022 descartó ir a los Juegos de París, priorizando su proyecto familiar. ¿Qué ha pasado en este tiempo para cambiar drásticamente de parecer?

Esa era la intención. Y sinceramente, no tenía ni la más remota idea de si me vería con fuerzas de entrenar, o de si lo haría enseguida, después de ser madre. Mi hija no tiene ni un año, así que todo ha pasado muy rápido. He de decir que en mi interior mantuve abierta por si acaso la opción de los Juegos, pero fue en diciembre al viajar a Lanzarote y empezar a nadar bajo el sol cuando vinieron los pensamientos a mi cabeza: ‘Oh, creo que sería realmente difícil, pero creo que puedo lograrlo’. Intentar algo muy complicado me motiva. Así que empecé a entrenarme duro y aquí estamos. Está siendo, sinceramente, un largo viaje.

Habla de motivación. ¿Hasta qué punto le estimula la posibilidad de ser la primera persona en la natación que alcanza las 100 medallas internacionales entre Juegos, Mundiales y Europeos? Lleva 97…

Agradezco de verdad la pregunta, porque efectivamente alcanzar las 100 medallas me motiva enormemente. Ser la primera deportista, mujer u hombre, que lo consigue continúa siendo uno de mis grandes objetivos.

Cuando se fue de vacío de los Juegos de Londres, en 2012, decidió preparar los de Rio participando en más competiciones. Y ganó cuatro medallas. Ahora, sin embargo, afronta los ‘trials’ sin ritmo competitivo. ¿Realmente tiene serias opciones de ir a París?

Es verdad, en el ciclo olímpico de Londres a Rio cambié mi preparación. Y de hecho, en Tokio eché mucho de menos no haber competido previamente. Ahora es verdad que tengo más experiencia, pero aún debo averiguar cómo hacerlo si me clasifico en los ‘trials’. Y, si no, tendré hasta el 25 de junio para lograr las mínimas. Obviamente, con mi hija no puedo estar viajando continuamente, así que por ahora me centro más en los entrenamientos, con la esperanza de ir mejorando y mejorando hasta llegar a los Juegos.

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¿El antes y después de Tokio, en cuanto a resultados, fue más por la preparación, por la pandemia, por la edad…?

A mí no me gustan las excusas, pero es verdad que estaba en uno de los picos de forma de mi carrera a inicios de 2020, y entonces llegó la pandemia. Después de ese parón obligado, no me veía tan capacitada para competir al más alto nivel. Me costaba concentrarme. Y después me casé, tuve a mi hija y finalmente he recuperado la pasión por nadar. He aprendido que para volver a enamorarse del deporte los nadadores probablemente necesitamos en algún momento dar un paso atrás, descansar un tiempo y recapacitar.

¿Se llevaría a su hija con usted a los Juegos de París?

Ahora mismo, no puedo imaginarme estar sin ella más de dos o tres días, ni siquiera en unos Juegos, así que la respuesta es que sí. Seguramente ella no estaría conmigo en la villa olímpica, pero sí quizá con los abuelos. Ojalá estemos todos en París.

¿Conoce el caso de Ona Carbonell, que por la pandemia no se pudo llevar a su hijo a Tokio pese a estar en periodo de lactancia?

Sí, perfectamente. Para mí hubiera sido algo traumático.

“Para ser una nadadora más agresiva, pienso en mis haters”, dijo hace unos años. ¿Mantiene ese esquema mental?

Sí, lo sigo pensando. Para mí los ‘haters’ no son sólo quienes insultan, sino todas aquellas personas que dudan de mí o que piensan que no seré capaz de cumplir mis objetivos. Eso es algo que me da cantidad de energía.

¿Se sigue considerando a sí misma la Dama de Hierro de la natación?

Claramente, sí. Porque el significado que siempre le he dado es que lucho para dar lo mejor de mí, para entregar todo lo que tengo. Hay muchísimas damas de hierro en el mundo, y ahora veo que como madre también soy una dama de hierro, en el sentido de que criar a un hijo es algo muy duro y de una enorme responsabilidad. Todas las madres lo son.

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¿Considera que durante su carrera ha sido la ‘alter ego’ de Mireia Belmonte?

Considero que cruzarnos tanto a lo largo de nuestras carreras nos ha hecho mucho mejores a las dos, y estoy segura de que si le preguntas a Mireia diría exactamente lo mismo. Es una locura la de veces que nos enfrentamos en multitud de eventos y competiciones y durante muchísimos años. Teníamos un nivel tan parejo, nos sorprendíamos la una a la otra y podíamos superarnos que mejoramos continuamente. Ha sido una fabulosa rivalidad.

¿Visualiza a ambas, Mireia y usted, nadando en los Juegos de París?

Sería algo maravilloso, sinceramente.

En cualquier caso, ¿cómo ustedes han conseguido alcanzar tanta longevidad en un deporte con constante renovación, en que muchos nadadores se retiran muy jóvenes?

Es verdad, aunque me gustaría que no fuésemos casos aislados. Creo que estamos llegando al punto en la historia del deporte en que el rango de edad de un deportista de elite se alarga más de lo que era habitual, y me parece que eso es algo muy positivo para el deporte. Ojalá muchos más nadadores sigan nuestra estela.

¿Qué queda en la Katinka actual de la que debutó con 15 años en los Juegos de Atenas 2004?

Primero de todo, me parece una locura que hayan pasado 20 años, porque a veces me da la impresión que ha transcurrido una eternidad y otras me siento como si hubiera sido ayer. Obviamente, han cambiado muchas cosas, principalmente la maternidad. Pero creo que sentiría la misma excitación por ir a los Juegos que cuando tenía 15 años, sería una bonita forma de cerrar el círculo.

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Hablando de juventud, Summer McIntosh le arrebató con 16 años el récord mundial de los 400 estilos, y hace poco derrotó a Katie Ledecky en una final de 800 libre por primera vez desde 2010. ¿Es el futuro de la natación?

Ella es formidable y realmente joven, tengo muchas ganas de ver qué es capaz de hacer en su carrera. La verdad es que proliferan los nadadores y nadadoras capaces de nadar muchas pruebas de diferentes estilos, especialmente australianos y estadounidenses, lo cual es emocionante de ver. Veremos qué sucede.

Lo que sí conserva es el récord de los 200 estilos. ¿Atisba a alguien que se lo pueda arrebatar?

Los récords, básicamente, están para romperse. No sé quién lo hará, pero ocurrirá. Yo he tenido la inmensa fortuna de establecer 20 récords del mundo a lo largo de mi carrera, y es una sensación estupenda, pero en ese mismo momento sabes que alguien tarde o temprano volverá a batirlo.

¿Conoce a Hugo González?

Sí, claro.

¿Cree que, como campeón mundial de los 200 espalda, aunque en Doha faltaron algunos de los grandes especialistas, tiene grandes opciones de medalla en París?

Es difícil de prever, pero si eres capaz de colgarte una medalla en los Mundiales, independientemente de qué metal sea, tienes también grandes opciones de ganar una medalla olímpica. Si repite en la final de París lo que hizo en Doha, todo puede suceder.

Regenta usted en Budapest un bistró llamado Koool, donde se sirve comida sin gluten, lactosa ni azúcar. ¿Ha cambiado mucho de alimentación durante su carrera?

Realmente empecé a seguir una dieta muy cuidada cuando tenía 24 ó 25 años. Fue durante mis años universitarios cuando aprendí bastante a cómo y qué comer para nadar más rápidamente. Vigilo mucho mi alimentación porque me encanta lo conectado que está el hecho de que, si como bien, me siento verdaderamente bien.

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En esos años universitarios estudió Psicología. ¿Agradece que la salud mental, que antes parecía un tabú, ahora se trate con normalidad, sobre todo en la natación con casos como el de su compatriota Kristof Milak o los de Caeleb Dressel y Adam Peaty?

Como estudiante durante cuatro años en la USC de Los Ángeles siempre me interesó el tema, y me encanta que ahora se hable abiertamente. De todos modos, creo que esto es sólo el comienzo. Aún no sabemos al cien por cien lo importante que es la salud mental para un deportista.

¿En qué sentido se debería explorar más?

La gente sigue preguntando cómo estás físicamente, si estás a punto, si has llegado en plena forma. Pero deberían centrarse más en la mente. Por ejemplo, hablando de cómo te sientes cuando estás en lo más alto, porque permanecer ahí es más difícil que llegar. A la gente no le gusta escuchar a los campeones decir que se sienten tristes después de haber ganado medallas.

¿Le sucedió algo así cuando fue triple campeona olímpica en Rio?

Yo me siento afortunada porque cuando me colgué mi primer oro olímpico, tenía 27 años y estaba preparada. Pero hay muchos deportistas que no están listos para cuando de repente se convierten en famosos y en héroes, y se espera muchísimo de ellos. Que seas campeón olímpico no significa que sepas cómo gestionarlo, ni qué va a pasar, ni mucho menos que vayas a ganar todas las carreras a partir de ese momento. Por eso se debería hablar más de ello, para que en el futuro el minimo número de deportistas se sientan mal después de ganar.

Habla de la gestión del triunfo y automáticamente he pensado en Simone Biles. ¿Ha roto la gimnasta tabús que parecían inamovibles?

Sí, creo que ella fue la primera en hablar de este tema, y ha sido de gran ayuda.

También está embarcada usted en un programa de protección para mantener a los menores alejados o asesorados con las redes sociales y los ‘smartphones’. ¿Es algo a lo que le gustaría dedicarse cuando se retire?

Es una de las temáticas que me apasionan, porque está íntimamente relacionada con la psicología, con las redes sociales y con los niños. Así que me gustaría seguir hablando de ello en el futuro. Y compaginarlo con la escuela de natación que tengo en Budapest y en otra ciudad de Hungría, y de la que me gustaría abrir franquicias internacionales cuando deje la natación en activo.

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