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PARÍS 2024 | NATACIÓN

Titmus vuelve a ganar la carrera del siglo y McIntosh se estrena

La canadiense gana su primera medalla en unos Juegos, oros para Maertens, para Australia y Estados Unidos en relevos, con la imagen de la emoción de Dressel, y con dos récords olímpicos.

París
Titmus vuelve a ganar la carrera del siglo y McIntosh se estrena
SEBASTIEN BOZONAFP

Con un brutal espectáculo de efectos visuales sobre el agua, que emulaban el oleaje o el nado de deportistas, de la natación artística, y al son ‘in crescendo’ de un arpa tocado en directo, se dio la bienvenida a una primera jornada de semifinales y finales en la natación de los Juegos Olímpicos de París 2024 que no pudo comenzar mejor. Puro ‘show’.

Se había dosificado claramente Gretchen Walsh por la mañana en las series de los 100 metros mariposa, quedando por detrás de Zhang Yufei, Muzuki Hirai y de su compatriota Torri Huske. Lo demostró la estadounidense con una exhibición memorable en la primera de las semifinales, en la que batió el récord olímpico, hasta situarlo en 55.38, una décima menos que el logrado por Sarah Sjostrom (ausente la sueca en esta prueba ahora en La Défense Arena) en los Juegos de Rio 2016.

Casi coser y cantar para Walsh, que llegaba lanzada a París precisamente después de haber pulverizado no el récord olímpico sino directamente del mundo el mes pasado en los Trials de Estados Unidos, en Indianápolis, cuando lo situó en 55.18. Se presenta apasionante la final de este domingo con Huske, Yufei, Angelina Kohler, Emma McKeon o la vigente campeona, Margaret MacNeil, entre las contendientes.

Gretchen Walsh.
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Gretchen Walsh. RONALD WITTEKEFE

A la explosividad del inicio de la sesión vespertina le dio continuidad Lukas Maertens, que por la mañana ya se había acercado al récord del mundo en los 400 libres y que por la tarde lo tuvo en su poder cuando quedaban ya menos de 50 metros para tocar la pared. Era una misión titánica, pues lo ostenta el también germano Paul Biedermann desde 2009, la época de los bañadores de poliuretano.

Pero 15 años y un día después, aunque no consiguió mejorarlo, Maertens dio una nueva alegría a Alemania, al convertirse con autoridad en el nuevo campeón olímpico de la distancia (3:41.78), con plata para el australiano Elijah Winnington y el bronce para el surcoreano Kim Woomin. El primer podio de la natación en París 2024.

Y llegó la nueva carrera del siglo, como se bautizó en los Mundiales de Fukuoka del año pasado a la final del 400 libres femenino entre colosas como Ariarne Titmus, Katie Ledecky y Summer McIntosh. Fue la estadounidense, historia viva de la natación, la más ovacionada de inicio por las 17.000 almas de La Défense Arena. Pero la competición fue otra cosa. Dominó de principio a fin la australiana, que con una brazada constante, larga, con aspecto parsimonioso, revalidó su título olímpico (3:57.49) y repitió la victoria de Fukuoka. O de Gwangju 2019, la primera vez que derrotó a la norteamericana.

McIntosh, Titmus y Ledecky.
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McIntosh, Titmus y Ledecky. Lavandeira JrEFE

La única capaz de seguir su estela en todo momento fue una McIntosh que perdía en los largos y recuperaba con los virajes y un excelso subacuático, que le valió para colgarse la primera medalla olímpica de su carrera, una plata que a sus 17 años puede saber a oro. Sobre todo porque superó a una Ledecky que suma un bronce a su interminable colección de metales y que ya en el primer día de la natación ve cómo se aleja su ambición de convertirse en la deportista olímpica con más oros. Siete tiene. Tres más necesitaría.

Oro y récord olímpico de Australia en el 4x100 femenino

Tras la alegría con Titmus, reeditó Australia el oro en el 4x100 libres femeninos, con un ‘dream team’ formado por Mollie O’Callaghan, Shayna Jack, Emma McKeon y Meg Harris, que dominaron de inicio a fin (3:28.92), hasta el punto de que batieron el récord olímpico. Pero es que Estados Unidos (Kate Douglass, Gretchen Walsh, Torri Huske y Simone Manuel) y China (Yang Junxuan, Cheng Yujie, Zhang Yufei y Wu Qinfeng) también mejoraron los de sus respectivos países, 3:30.20 y 3:30.30, para ganarse la plata y el bronce.

La respuesta de los americanos y el aviso de Peaty

En el relevo masculino, también se repitió campeón olímpico, unos Estados Unidos que solo sucumbieron en la primera posta, ante el 46.92 de Pan Zhanle, pero que acabaron con más de un segundo de ventaja sobre Australia (3:09.28 y 3:10.35), segunda. Jack Alexy, Chris Giuliano, Hunter Armstrong y Caeleb Dressel se colgaron el oro, mientras que Jack Cartwright, Flynn Southam, Kai Taylor y Kyle Chalmers se proclamaron subcampeones, intercambiándose su lugar en el podio con respecto a Tokio 2020 con Italia: terceros con Alessandro Miressi, Thomas Ceccon, Paolo Conte y Manuel Frigo.

Dressel, llorando a lágrima viva con su bebé en brazos y junto a su pareja.
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Dressel, llorando a lágrima viva con su bebé en brazos y junto a su pareja.OLI SCARFFAFP

Pero la imagen emotiva de la jornada, más allá incluso del podio del 400 libres femenino, la protagonizó un Dressel que tras el oro en el relevo para los estadounidenses repitió la escena que ya había dado la vuelta al mundo en los Trials de hace un mes: acudió a la grada, besó a su pareja y cogió en brazos a su hijo, de cinco meses. La diferencia es que esta vez no pudo ni quiso esconder Dressel la emoción, y rompió a llorar. Tremendamente emocionante.

La velada también tuvo como protagonistas a los mejores bracistas del mundo, que se las vieron en las semifinales del hectómetro, en las que Adam Peaty (58.46) demostró que ha vuelto de verdad, ya que se clasificó para la final en primer lugar, por delante del resto de favoritos: Qin Haiyang (58.93), Arno Kamminga (59.12) y Nic Fink (59.16).

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