Estados Unidos se redime en el baile de fin de curso de Marchand
A punto de acabar segundos en el medallero de piscina, por primer vez desde Seúl ante la RDA, los americanos logran a última hora oros y récords del mundo a pares. Léon añade un bronce a su leyenda.
Era el baile de fin de curso de Léon Marchand, quien añadió a sus gloriosos cuatro oros individuales un bronce en relevos como guinda al pastel, y por consiguiente otra vuelta olímpica (nunca mejor dicho) por La Défense Arena, el escenario de su vida. También en el último instante competía Summer McIntosh, la estrella femenina -con permiso de la histórica Katie Ledecky- por sus tres oros y una plata, todas individuales. Pero la sesión final de la natación en los Juegos Olímpicos de París 2024 fue, como si de una película de Hollywood se tratase, la de la redención (sin gloria) de Estados Unidos.
Comenzaba la velada igual que había transcurrido toda la semana: con los norteamericanos por detrás de Australia en el medallero, en un pique entre ambos países que viene de lejos y en el que se involucró hasta Michael Phelps. Siete medallas de oro contra seis. Y ninguna de ellas en el caso ‘yanqui’, para un hombre. Iban a caer de lo más alto por primera vez desde Seúl 1988, y entonces fue ante la RDA, la República Democrática de Alemania, con Kristin Otto y su elevada sospecha de dopaje sistemático: ocho oros logró entonces Estados Unidos, igual que ahora. Antes, había sido Melbourne 1956 precisamente frente a las oceánicas: solo dos oros.
Pero se encargó de remediarlo -a falta de una estrella ya no como Phelps pero sí el Caeleb Dresel de hace tres años- Bobby Finke, con su victoria en el 1.500 libres masculino, y acabaron de solventarlo las componentes del 4x100 estilos femenino, provocando que el último himno que sonara ante 17.000 espectadores antes del cierre de la natación fuera el The Star-Spangled Banner. Aunque a las australianas, subcampeonas, no debió de sentarles demasiado mal porque acabaron la celebración lanzándose al agua. En cualquier caso, como Estados Unidos no sabe hacer las cosas a medias, en ambas pruebas batió además el récord del mundo.
Se presentaba la final del 1.500 libres masculino como el dilema entre la definitiva consagración de Daniel Wiffen, que en la última temporada ha irrumpido en la elite hasta coronarse campeón con récord olímpico del 800 libres, o la ‘salvación’ de Estados Unidos a través de Bobby Finke. Y no hubo color, porque el norteamericano salió como una bala, se situó primero y en tiempos de récord del mundo de inicio a fin, fue regulando cuando parecía que Gregorio Paltrinieri iba a darle alcance y volvió a lanzar un ataque descomunal a falta de 100 metros, para rematar la faena.
Cuatro récords del mundo, por seis de Tokio 2020
Batió Finke el récord mundial que se situaba desde Londres 2012 en manos del polémico Sun Yang -quien acaba de salir de una sanción de cinco años por dopaje- para fijarlo en 14:30.67. El tercero de los cuatro que se han acabado rebajando en estos Juegos, controvertidos también por la profundidad y lentitud de la piscina. Seis se batieron en Tokio 2020. En cuanto a los récords olímpicos, han sido 17 en La Défense Arena, por 27 en los anteriores Juegos.
Y Paltrinieri, que en pocos días nadará también los diez kilómetros en aguas abiertas, las del Sena, entró segundo a 8.96. Quien en ningún momento tuvo opciones no ya de ganar, sino incluso de plata, fue Wiffen, bronce, quien igualmente ya había hecho historia en París con el primer oro de siempre para la natación irlandesa.
Sjostrom confirma su segundo oro
La pregunta del millón antes de que arrancara la sesión era si había alguien en La Défense Arena, entre los 17.000 espectadores que la han colmado cada día desde el sábado 27 de julio, que creyera que Sarah Sjostrom no iba a ganar la final de los 50 libres. Probablemente, ni la propia campeona de los 100 lo pensaría, y ni siquiera sus rivales confiarían en la sorpresa. Lógico, teniendo en cuenta que ya en las semifinales se había marcado el récord olímpico (23.66).
La sueca no lo rebajó por poco este domingo, pero igualmente se mantuvo incontestable, arrancando para ya no detenerse hasta los 23.71, 26 centésimas más rápida que la australiana Meg Harris, plata aunque no acababa de creérselo, y con la china Zhang Yufei completando el podio de la última prueba individual femenina. Para Sjostrom, que hasta París contaba con solo un oro en su brutal palmarés mundial y europeo, han sido indudablemente sus mejores Juegos.
El rey de la república y el doblete de Zhanle
No fue esta vez oro, como en sus cuatro pruebas individuales -200 y 400 estilos, 200 braza y 200 espalda-, aunque sí sumó con un bronce su quinto metal, pero igualmente el último baile de Léon Marchand en la pisicna de La Défense Arena fue todo un espectáculo. Su compañero Florent Manaudou se encargó de animar a las masas antes de saltar a la final del 4x100 estilos masculino. Y el “Allez les Bleus!” volvió a atronar, una velada más, por París. La fiesta de fin de curso en la natación de unos Juegos que Francia recordará no solo por haberlos organizado, sino por las exhibiciones de época de su nuevo rey; y eso que son una república.
Avisó Xi Jiayu en la primera posta, la espalda, que China no quería marcharse con solo un oro de estos Juegos, en que la lupa ha estado depositada sobre ellos por el positivo pasado de 11 de sus nadadores olímpicos en trimetazidina, sustancia prohibida, que la AMA atribuye a una contaminación alimentaria. Se mantuvieron incluso los asiáticos por delante en la braza, en que Marchand no pudo mejorar la tercera posición que llevaba Francia. Sí lo logró en mariposa un bárbaro Maxime Grousset.
Pero el plusmarquista mundial del 100 libres, Zhanle, el nadador que había dado el primer oro de la natación a China, voló de nuevo para darle el título olímpico a su país. 3:27.46. Segundo fue Estados Unidos, gracias también al crol de Caeleb Dressel. Y Francia sumó un nuevo metal, ese bronce, con un Manaudou que no pudo en la final emular lo que sí había conseguido el joven francoespañol de 17 años Rafael Fente-Damers en las series: superar a Zhanle.
El desempate y la cuarta plaza de McIntosh
Así que, con el medallero empatado por Finke a siete oros entre Estados Unidos y Australia, se alcanzaba la última prueba de la natación. La despedida de nueve días maravillosos. Y, como en las películas que los propios ‘yankis’ producen en cadena, esperaron a ese instante definitivo para poner con un final feliz el letrero de ‘The End’. Y con otro récord del mundo.
Fue el conseguido por Regan Smith, Lilly King, Gretchen Walsh y Torri Huske para, en 3:49.63, imponerse en el medallero acuático de un modo, además, muy simbólico: destrozando a Australia, plata con Kaylee McKeown, Jenna Straucht, Emma McKeon y Mollie O’Callaghan, por 3.48 segundos de ventaja.
Terceras entraron las chinas, entre ellas una Zhang Yufei que se marcha de París con seis medallas, si bien ninguna de oro. Y Summer McIntosh, que nadaba este relevo con Canadá para ampliar su leyenda como figura femenina de estos Juegos -tres oros en 200 y 400 estilos, y 200 mariposa, más la plata en 400 libres- se tuvo que conformar con la cuarta posición, a un pasito de otro podio. Adiós a la natación en línea en estos Juegos. Hasta pronto a nuevos referentes como la canadiense y, por supuesto, el rey Léon.
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