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PARÍS 2024 | AGUAS ABIERTAS

El Sena engulle a Garach y se rinde a un Tiburón

El español, exhausto tras dos semanas de fondo en piscina y la contracorriente del río, abandona a los seis kilómetros. Se impone Rasovszky, conocido como el Tiburón de Balatón, ante Klemet y Betlehem.

París
El Sena engulle a Garach y se rinde a un Tiburón
DANIEL IRUNGUEFE

Su gesto en las presentaciones de la maratón de aguas abiertas, a cinco minutos para las siete y media de la mañana ante el majestuoso puente de Alejandro III y con el Gran Palacio justo a sus espaldas, no invitaba precisamente a soñar. Mientras el resto de nadadores sonreían, o dedicaban muecas a cámara en función de lo extrovertido de cada cual, Carlos Garach aparecía serio, cariacontecido, como si en lugar del Sena le enviaran a las cercanas Catacumbas de París. Y no le acompañó la suerte.

El granadino, que ha vivido los Juegos Olímpicos prácticamente de principio a fin, aterrizando el sábado 27 de julio para nadar en la piscina de La Défense Arena el 800 metros libres (fue decimoctavo), el 1.500 libres (vigesimosegundo) y formar parte de un relevo en el 4x200 libres (decimotercero), tenía que ver cómo mientras el resto de compañeros hacían turismo por la capital francesa o directamente se marchaban de vacaciones, él continuaba en competición. Mucho desgaste.

Transcurrido el primer cuarto de recorrido en el Sena, marchaba a 57 segundos de la cabeza. A 4:26 se amplió la distancia a mitad de carrera, vigesimosexto. Y 1:06.26 llevaba nadado, a 5:14 kilómetros del líder, cuando pasó por el último de los controles, el del kilómetro 5,9. Poco después, decidió abandonar. Destrozado, sin querer naturalmente hacer declaraciones, pasó Garach por la zona mixta, con la Torre Eiffel de fondo, contrastando esa maravilla con su rostro desencajado cual amasijo de hierros, palpándose la barriga.

Carlos Garach, hidratándose antes de abandonar.
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Carlos Garach, hidratándose antes de abandonar.Miguel GutiérrezEFE

No se trataba de ninguna lesión. Su salud es correcta. Pero sufrió desde el inicio y, al ir a remolque del resto de nadadores, descolgado, iba pagando progresivamente como una condena el gasto energético en los tramos contracorriente. El área técnica se llegó a plantear su retirada, pero fue él quien sin que nadie le pidiera nada tomó la decisión. Seguramente la más acertada en un contexto totalmente desfavorable.

En cuanto al resto de participantes, y ante bastante público, como sucede cualquier competición que se disputa en estos Juegos, si bien con algo menos de expectación que la carrera femenina del día anterior -lo que ya no es tan nuevo no atrae tanto-, se vivió un ‘déjà vu’ desde la primera de las seis vueltas. No era una bahía como en Tokio 2020, sino este discutido río, y sin embargo Florian Wellbrock, Kristof Rasovszky y Gregorio Paltrinieri imprimieron un altísimo ritmo para situarse en cabeza e ir abriendo enseguida brecha, con Marc-Antoine Olivier y Domenico Acerenza a la zaga.

Jugaban con ventaja los hombres al haber estudiado al detalle los movimientos y resultados de las mujeres un día antes, y por ello la estrategia de los favoritos consistió sencillamente en distanciarse, en unas condiciones donde remontar desde muy atrás es una quimera. Y más en el segundo tramo de las vueltas, contracorriente. Para hacerse una idea, los primeros 800 metros los completaba Wellbrock en 5:29.2, mientras que los siguientes 800 tardó en trazarlos 11:34.98.

Kristof Rasovszky alza los brazos ante la sombra de la Torre Eiffel.
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Kristof Rasovszky alza los brazos ante la sombra de la Torre Eiffel.MAURO PIMENTELAFP

Se situaba en cabeza Rasovszky a los 2,5 kilómetros para ya no abandonarla nunca más (1:50:52.7, su tiempo final) el conocido con el sobrenombre del Tiburón de Balatón (el lago de su lugar de origen), mientras que sus aparentes rivales se fueron desinflando. Wellbrock acabaría a 1:01.7. Y justo por detrás suyo, Paltrinieri. Ellos habían sido oro y bronce en Tokio. Y el húngaro, que entonces hizo plata, se colgaba este viernes el oro en París 2024. El alemán que esta vez subió al podio fue Oliver Klemet, segundo a 2.1 segundos de Rasovszky, campeón mundial igualmente hace seis meses en Doha, tras ir escalando posiciones sin haber abandonado nunca ese primer grupo.

La pelea real fue por el bronce, entre un David Betlehem cuyo tramo final de las competiciones en aguas abiertas empieza ya a ser legendario, y Domenico Acerenza. Tocó primero el magiar, completando un doblete de su país, tan solo seis décimas por delante del italiano. Ahora únicamente quedará por esperar unos días para comprobar si, con suerte, nadie ha sucumbido a las bacterias del Sena. Al ataque del Tiburón, seguro que sí.

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