El conjunto, fuera de la final con su grito de paz y flamenco
Inés Bergua, Salma Solaun, Ana Arnau, Patricia Pérez y Mireia Martínez, con dos bronces mundiales, quedan décimas en la ronda clasificatoria.
Tras un ciclo brillante, con dos bronces mundiales y siendo campeonas de Europa, este viernes, el conjunto español de gimnasia rítmica no pudo acceder a la final de los Juegos Olímpicos de París. Inés Bergua, Salma Solaun, Ana Arnau, Patricia Pérez y Mireia Martínez, la nueva esperanza después del vacío en Tokio, donde no hubo representantes, no pudieron pasar de la 10ª posición en la ronda clasificatoria, dos puestos por debajo de los lugares que daban opción a luchar por las medallas, donde querían estar. “Queremos hacer dos ejercicios tan cercanos como sea posible a la perfección y seguir soñando con esa gran aspiración que es el podio olímpico”, decía la seleccionadora, Alejandra Quereda, durante la previa. Ahora, con un núcleo muy joven, “que se crece ante las adversidades”, toca renovar ilusiones.
La final se empezó a complicar desde el principio, en el ejercicio primer ejercicio, el de cinco aros. A ritmo de flamenco, con María José Llergo, Me miras pero no me ves, y Manolo Carrasco, Desengaño y pasión, querían transmitir “la cultura, la esencia y la garra del deporte español”. Varios errores en las recepciones, sin embargo, empezaron a costar puntos. Pese a una corrección que subió la nota final, los 30.100 créditos conseguidos ya ponían el objetivo muy cuesta arriba. Italia, primera, sumó 38.200. Sólo México, con 29.700, quedó por detrás.
ADN ganador sin premio
En el ejercicio mixto (tres cintas y dos pelotas), uno de los de mayor dificultad de los Juegos, algo que alimentaba la esperanza, las cosas tampoco fueron como habían ido a lo largo de todo el ciclo, en el que sí se había rozado esa perfección que deseaba Quereda. Con Imagine, de John Lennon, el conjunto, que terminó con un abrazo a modo de grito pacificador, sumó 30.000 puntos. En ese momento, se colocó séptimo provisionalmente, pero con varios de los países más fuertes por entrar en acción. Un imposible. Una cicatriz para crecer. “Me recuerdan a nosotras. Tienen carácter, son competitivas, se crecen antes las adversidades y tienen mucha capacidad de superación y ganas de lograr grandes éxitos”, les dedicaba la seleccionadora, plata en Río, antes de volar a tierras francesas. La historia, sin embargo, no se pudo repetir.