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Finalizado

PARIS 2024 | BALONCESTO

EE UU apaga otra revolución

La final se resolvió en el último segundo, cuando Gabby Williams pisó en su triple para empatar, a la desesperada. Seis oros para Diana Taurasi.

EE UU apaga otra revolución
DAMIEN MEYERAFP

En el Bercy de París, antes más de 12.000 aficionados que creyeron, creyeron de verdad, el suelo tembló. Vaya que sí: Estados Unidos, el equipo pluscuamperfecto, imparable, teóricamente invencible, zozobró. Sufrió muchísimo para ganar el oro (66-67) en el cubil de la anfitriona, una Francia rabiosa que aplicó una tremenda tenaza defensiva y demostró que es la única selección del mundo que puede absorber las ventajas físicas a partir de las que el Team USA ha construido su imperio. Uno que tiene otro oro, el desenlace previsto; Pero después de un susto de muerte, un giro de guion que convirtió en apasionante una final en la que Francia plantó los dos pies en el suelo con toda la firmeza que pudo reunir. Y rozó la victoria, el oro y una de las mayores sorpresas de la historia del baloncesto olímpico. ¿La mayor? Podría haberlo sido, sí.

Un día después de que la selección francesa masculina obligara a jugar 40 minutos de cemento a Estados Unidos, la revancha en versión femenina fue mucho más allá, al filo de todas las navajas con la historia entonando, más alto a medida que pasaban los minutos, las mejores melodías que tiene el deporte, las de la revolución. Francia peleó con el Team USA en cada centímetro de pista, durante cada segundo de la final. Y llevó la resolución a lo que nadie podía esperar, no en el torneo femenino: un todo o nada posesión a posesión, tiro libre a tiro libre, rebote a rebote. La primera vez que Estados Unidos gana un partido olímpico por un solo punto, la quinta que no alcanza al menos los diez puntos (el colchón de los dobles dígitos) de ventaja.

Al final, ganó Estados Unidos y la revolución quedó silenciada, incompleta pero hermosa. Para el Team USA son ocho oros olímpicos consecutivos, algo que nunca ha hecho ningún país en ningún deporte de equipo. Tampoco la EE UU masculina, que nunca enlazó más de siete (1936-68). Son, además, 61 victorias seguidas en Juegos, todos los partidos que ha jugado desde su última derrota, la semifinal de Barcelona (5 de agosto de 1992) contra el Equipo Unificado, la Rusia post Unión Soviética. Y es, por supuesto, el sexto para Diana Taurasi, que logra lo que ningún jugador de baloncesto, hombre o mujer, ha conseguido jamás. Solo ella y Rudy Fernández han estado en seis Juegos. Para Taurasi (42 años), la cuenta sale a oro por presencia. Una leyenda.

Hasta la última posesión del partido

Una Francia de cuchillos largos jugó sin miedo, arropada por su público y apoyada en la coraza defensiva con la que ya había sofocado a la bella Bélgica en semifinales. Fue emocionante. Cómo devolvió el primer golpe del coloso que había enfrente (9-17) y cómo resistió después, en el último cuarto, cuando el 35-25 que entreabrió la puerta del paraíso ya en el tercer cuarto se convirtió en un 40-43. La lógica tampoco echó raíces entonces, arrancada de cuajo por el nervio de una Francia que jugó todo el último cuarto en depósito, casi sin fuerzas. Hasta que el tiro a la desesperada de Gabby Williams, sobre la bocina, fue de dos y no de tres porque pisó la línea antes de lanzar en escorzo. Un palmo separó el partido de la prórroga, exactamente lo mismo que separó esta vez a los dos finalistas.

Wiliams, una espiga de puro talento forjada en UConn, dirigió el primer arrebato francés y también el ejercicio de sufrimiento final (19 puntos, 7 rebotes). Se fueron sumando valientes (Fauthoux, Chery, Ayayi, Lacan…) en un día en el que apenas asomó la magia incontrolable de Marine Johannes (9 puntos en 13 tiros), quizá la gota que podría haber colmado ese vaso que casi se le derrama a Estados Unidos, que se metió en un lío por, tan poco acostumbrada está, no saber jugar de igual a igual. Nervios, precipitación, inseguridad… El tiro exterior se desvaneció y por dentro Francia tenía fuerza para hacer sudar a Breanna Stewart y una A’ja Wilson que demostró que para ser la mejor del mundo (lo es) también hace falta convicción, rebeldía contra el mal fario. No pareció su tarde hasta que la pívot de las Aces hizo que-fuera-su-tarde: muchos fallos (6/14) en tiros que normalmente mete con los ojos cerrados. Pero, al final, 21 puntos, 13 rebotes y 4 tapones.

La seleccionadora Cheryl Reeve se pasó demasiados minutos pensando que las aguas volverían solas a su cauce, que el susto se quedaría solo en eso; Que era cuestión de que entraran un par de tiros. Y tardó en cambiar la dinámica, en dar fuerza a jugadoras como Sabrina Ionescu, Napheesa Collier, Kahleah Copper y Kelsey Plum, la escolta (también de las Aces) que anotó los dos únicos triples del equipo (para despertar a un cadáver con el citado 35-25) y, in extremis, los tiros libres definitivos. Estados Unidos jugó un partido impropio, malo porque Francia hizo que así fuera: 19 pérdidas (13 en su horrenda primera parte), 34% en tiros, 2/12 en triples…

Pero ganó. Sigue la racha intocable del equipo intocable, magullado pero finalmente en pie. Otra vez campeón. Quizá no esperaba tanta batalla, una oposición tan febril. Pero seguramente eso, el extra de dificultad, da especial valor al octavo oro, el 61-0 en los últimos 61 partidos, todos los olímpicos que ha jugado en los últimos 11.695 días. Para Francia queda una plata que sabe a oro de verdad, más allá del tópico. Para el Team USA, más gloria: diez oros sobre trece posibles, seis de ellos con Diana Taurasi en el equipo. Lo nunca visto.

Medallero de los Juegos Olímpicos

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