NATACIÓN ARTÍSTICA | DOHA 2024
Con la música a otros Juegos
Tió y Ozhogina, que debutaron en Tokio, han obtenido ya el billete a París como dúo y acarician el de equipo. Llevan pentagramas en la sangre. “Nuestro mejor momento está por llegar”.
Cuartas este viernes en la final de rutina libre, aseguraron Iris Tió y Alisa Ozhogina su billete como dúo para los Juegos Olímpicos de París, en combinación con su bronce en técnica. Serán los segundos en que nadan juntas, tras Tokio 2020, a la espera en las próximas horas de confirmar también su clasificación por equipos. Tiene la pareja de la natación artística española mucho en común (“nos llevamos dos años, yo soy del 31 de octubre y ella, del 2 de noviembre”, resalta la andaluza), como una especial sensibilidad musical que transpira por sus poros, en un deporte íntimamente ligado a las partituras. Pero también son “muy diferentes de carácter en un montón de cosas; por eso nos complementamos tan bien”.
“A pesar del nuevo reglamento, Mayu (Mayuko Fujiko, la seleccionadora) y el equipo no hemos querido perder la esencia artística y especial que tenemos. Que la gente vea la coreo y le guste y se enganche, y que no sea que al final todo el mundo hace los mismos movimientos para adquirir la máxima dificultad”, expresa a este diario Tió, que en Budapest 2022 llegó a bailar el solo al compás de una canción con arreglos de su madre, en una familia de músicos. Igual que lo es la de su compañera. “Mi padre ha sido violinista, mi abuela pianista, mi bisabuelo tocaba la viola… Todos estuvieron en la orquesta sinfónica”, relata Ozhogina a AS. “Y yo empecé tocando el violín con mi padre, pero no me llenaba tanto como la sincro. Ahora me arrepiento un poco, pero de pequeña no lo disfrutaba”, admite. ¿Lo adivinan? Sí, la catalana también tocó el violín.
“A nosotras, en el equipo, nos gusta montar las músicas, experimentar, buscar cosas chulas, nos lo pasamos muy bien”, comenta Tió, quien destaca que “este Mundial ha llegado muy pronto en el calendario, porque estamos acostumbradas a competir en julio o agosto, así que la exigencia estos meses ha sido muy alta”. “Llevamos entrenando tanto desde septiembre que prácticamente no tuvimos Navidades”, tercia Ozhogina, orgullosa de su papel como dúo: “¿Nuestro momento de mayor madurez? Hasta ahora, yo creo que sí, aunque nos queda mucho por recorrer y aprender, y el mejor momento está por llegar”, proclama.
El Aladdín ideado para Doha
Este viernes, nada más concluir la final del dúo libre, y sin tiempo ni para descanso ni para celebraciones de su clasificación olímpica, ambas se dirigieron a la piscina de entrenamiento, para perfeccionar junto a sus compañeras la rutina que este sábado debe llevarlas a París también como equipo. “Escogimos las músicas árabes de Aladdín –que ya estrenaron hace siete meses en Fukuoka– porque nos gustan mucho y obviamente pensando en que los Mundiales serían en Doha. Vimos la película juntas para inspirarnos a la hora de montar la coreografía”, explica Tió, a la que le encanta “visualizar las competiciones” antes de zambullirse en busca de su objetivo.
Una liturgia similar sigue Ozhogina, que convive con su “familia” de la natación artística porque llegó a vivir al CAR de Sant Cugat a los 15 años, “en cuarto de la ESO”, tras despuntar en Sevilla. Y todo por una casualidad, como suceden estas cosas: “De pequeña, mis padres siempre me reñían porque echaba los hombros hacia adelante y andaba encorvada. Era una mala costumbre. Hasta que mi abuela propuso que me apuntara a sincronizada. Y ahí que me lancé… Hasta hoy”.
La invasión rusa en Ucrania
De origen ruso, Ozhogina reflexiona sin tabús sobre la invasión en Ucrania: “Me da pena por las niñas (el equipo de Rusia de natación artística, vetado en las competiciones) porque no todas apoyan la situación, y por culpa de uno pringa todo el mundo. Yo misma me siento triste por no poder volver a Rusia, donde tengo gente conocida. Con las nadadoras ucranianas del equipo me llevo muy bien, y ellas son las primeras que me dicen que aquí no somos ni buenos ni malos por tener un origen u otro, somos deportistas”, reflexiona.
Con toda una carrera por delante, y equiparadas ya en número de medallas mundiales a los dúos Ona Carbonell-Marga Crespí y Carbonell-Andrea Fuentes (que además se colgaron una plata olímpica en Londres 2012), no descarta Tió que en Los Ángeles 2028 algún hombre se introduzca en el equipo. “Hay un buen nivel. Veo motivados a los chicos, así que dependerá de ellos”, zanja.
Y Ozhogina, además del violín, se plantea otro futuro musical: “De niña hice sevillanas como extraescolar. Vaya, yo y cualquiera de Sevilla porque allí se bailan en los colegios, y en los gimnasios se aprende en lugar de la zumba. Cuando deje el deporte, me gustaría apuntarme y aprender más cosas de flamenco”, culmina. Será en muchos años. Antes, París y la gloria.