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SELECCIÓN

Rodri, de MVP en MVP

El mejor jugador de la final de Estambul y de la Champions también se salió en Enschede: 120 intervenciones, 108 pases (96,3% precisión),

Rodri, en el partido ante Italia.
PIROSCHKA VAN DE WOUWREUTERS

Rodri is on fire”, cantaba todo el Manchester City, liderado por Grealish, en el vestuario del Ataturk Stadium de Estambul después de que el madrileño, MVP de la Champions y de la final ante el Inter, firmase el momento más soñado de la historia del club, que también completaba el triplete. Empujado por ese viento, y pese al cansancio de una temporada infernal (65 partidos y 5.246 minutos), firmó un partido memorable ante Italia en la semifinal de la Nations League. De fuoriclasse. Por eso, también fue elegido MVP. En Enschede, Rodri firmó: 120 intervenciones, 108 pases (96,3% precisión), 33 de ellos en el último tercio (con un 90,9% de acierto); y ocho recuperaciones. En todas esas facetas fue el mejor del partido. Y, además, quiere más. “Se me pide que lo intente más, que pruebe más; y hay que hacerlo”. Y hacia allá que fue Rodri, a rematar con todo un balón suelto en el área que terminó en el 2-1 de Joselu.

Rodri podría estar aprovechando estos tremendos días de gloria para poner su nombre en el escaparate. Pero no es su estilo. En su aparición ante la prensa como MVP de la semifinal, habló una y otra vez de los compañeros. De cómo se entendió con Merino un rato, y otro con Fabián. Del juego entre líneas de Gavi y luego de Canales. Del trabajo de Morata y la fe de Joselu. Como en el campo, él reparte juego y méritos.

Hace años que Rodri tiene el fútbol en la cabeza, pero por madurez (tiene 26 años) o por la varita mágica de Guardiola, es evidente que su fútbol ha dado un salto de calidad meteórico en las dos últimas temporadas. Hasta qué punto estaría llegando la explosión de Rodri que Luis Enrique, incluso estando en Busquets, ya le hizo jugar todos los minutos de todos los partidos del Mundial. Ya era imprescindible en Qatar. Ahora, directamente, es el faro de la Selección. Viéndolo in situ sobre el césped, su presencia es demoledora. Viene a recibir de Unai Simón, laterales o centrales cuando el rival presiona arriba para descargar y facilitar la salida. Pero ha aprendido a trasladar el balón hacia arriba cuando intuye y luego comprueba que podrá avanzar. Esos 33 pases en el último tercio del campo (con más de un 90% de acierto) hablan de un futbolista que ya no sólo juega fácil, sino que toma decisiones en zonas calientes del campo e intenta llegar si le ‘flotan’ a zonas de remate. Antes, se cohibía. Ahora huele sangre y va hacia el gol. O, directamente, se inventa escorzos como el que estuvo a punto de significar el 2-1 contra Italia. Las jugadas de ataque no sólo pasan por Rodri ahora, van hacia él. Es el faro de la Selección. Y puede terminar el curso con una cantidad de títulos que ningún otro jugador podría levantar. Si no fuera tan discreto, un MVP de la Champions y de la Nations sería candidato a Balón de Oro… Su último reto del curso, otra vez, Modric.