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SELECCIÓN | EUROCOPA

Morata, entre la historia y la incertidumbre

Puede convertirse este domingo en el cuarto capitán en levantar un título con la Selección después de Olivella, Casillas y Alba. Durante la Eurocopa, ha dejado su futuro con el equipo nacional en el aire.

Morata ríe con Carvajal en un entrenamiento de la Selección.
RFEF/Pablo GarcíaRFEF/EFE

Álvaro Morata (23-10-1992) está ante la oportunidad, este domingo en el Olympiastadion de Berlín (21:00 horas, La1), de convertirse en el cuarto capitán en levantar un título para la Selección española. A día de hoy, ese honor sólo le ha correspondido a Ferran Olivella (fallecido en 2023), que recogió en sus brazos la Eurocopa de 1964, Iker Casillas, que alzó al cielo las Euros de 2008 y 2012, y el Mundial de 2010; y Jordi Alba, que puso un broche de oro a once años con el equipo nacional en Rotterdam. Allí levantó en junio de 2023 la Nations League, el primer título oficial que ganaba en once años y que, como se han encargado de recordar estos días Luis de la Fuente o Rodrigo en AS, se convirtió en el germen de esta bonita historia en la Eurocopa de Alemania en 2024.

Nadie quiere más este trofeo que Morata, que marcó el primer gol de España en el campeonato en el partido contra Croacia. Su comportamiento como capitán ha sido ejemplar. Sólo ha hecho falta escuchar la devoción con la que han hablado de él sus compañeros y su seleccionador, Luis de la Fuente. Es un deportista con un corazón enorme, que se ha ganado a los más veteranos por su talante integrador y a los jóvenes por sus consejos, no sólo los futbolísticos, también los personales. Y que ha vivido toda la travesía del desierto. Campeón de Europa Sub-19 en 2011 y 2012 al lado de Carvajal; y Sub-21 junto a al mismo Carvajal o Nacho en Israel, en el año 2013, debutó en noviembre de 2014 a las órdenes de Vicente del Bosque. Luego vinieron Lopetegui, Luis Enrique, Robert Moreno, de nuevo Luis Enrique; y, tras el Mundial de Qatar, Luis de la Fuente. Nadie dudó de él porque hay muy pocos tan comprometidos como el madrileño.

Con 36 goles en 79 partidos con la Roja, y un trabajo que le hace terminar los partidos extenuado, casi “entre lágrimas” como desveló Dani Vivian el pasado viernes, Morata es el cuarto goleador histórico del fútbol español. Sin embargo, su trabajo siempre se ha visto cuestionado, especialmente dentro de esa maleza diabólica entre la que se esconde la frustración de las redes sociales. Y Morata ahí también ha demostrado sus debilidades. Durante varias entrevistas en la Eurocopa, ha dejado en el aire la posibilidad de finalizar su trayectoria en la Selección cuando termine esta Eurocopa. Será una decisión muy personal, sin duda, que deberá acompañar con la de su club, ya que también abrió la puerta a un posible adiós del Atlético de Madrid para respirar fuera de España. Morata considera que el futbolista nacional no es lo suficientemente respetado en nuestra cultura de fútbol. Una visión que sustenta en esa crueldad que afecta también a su familia. “Joselu viene de Galicia y se la suda todo, viene de matar gallinas. Morata se lo toma de otra manera”, intentaba explicar Carvajal el otro día, aunque matizaba que eso no le afecta en los partidos. Sería de justicia poética que, después de algunos momentos de amargura con la Selección, como esa semifinal de Wembley o la eliminación de Marruecos, el fútbol compensase a Morata con la gloria en Berlín. Le permitiría completar, además, un currículo espectacular en el que, salvo el Mundial, lo habría ganado todo a nivel de selección y clubes, donde ha conquistado los mejores títulos en Serie A, Premier y la Liga.

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