Giorgi Mamardashvili, la última obra de Ochotorena
El guardameta de Georgia llegó a Valencia en el verano de 2021 como un diamante en bruto que Ochotorena pulió para llegar a la élite.
La figura de José Manuel Ochotorena está presente en esta concentración de la Selección (se guardó un minuto de silencio antes del primer entrenamiento en memoria de quien fuera internacional y preparador de porteros de la Roja durante años) y lo estará este sábado en Tiflis con la presencia de Giorgi Mamardashvili. El georgiano es el último portero de los muchos a los que hizo mejores Ochotorena. Su última obra por el fútbol. “Tuvo un gran impacto en mi carrera y en mi vida”, confesó el guardameta del Liverpool tras su fallecimiento.
Ochotorena y Mamardashvili se conocieron una tarde de julio en la Ciudad Deportiva de Paterna. El técnico desconocía quién era ese portero que no sabía español y apenas hablaba inglés. Pero hubo amor a primera vista. A Ochotorena le llamó la atención su físico, a Mamardashvili le cautivó la cercanía en tierra extraña que sentía junto al vasco. “¿De dónde ha salido este bigardo?”, preguntaba el técnico a los técnicos de la Academia del Valencia para recabar información del portero de 20 años cedido por el Dinamo Tbilisi para el filial del Valencia y que por contrato haría la pretemporada con el primer equipo de José Bordalás.
Se dice que en la vida hay que estar en el lugar indicado y en el momento justo y Mamardashvili lo estuvo en el verano de 2021. Las lesiones de Jasper Cillessen y Jaume Doménech le dieron los minutos en pretemporada que no hubiera tenido con ellos sanos y en esos amistosos contra el Atromitos, Cartagena, Levante y Milán demostró que era la persona adecuada. Ahí comenzó su carrera en la élite, que en datos se resume en 134 partidos con el Valencia, 33 con Georgia, 9 con el Liverpool. Pero entre ese verano y el de su salida de Mestalla por 30 millones de euros, hay un camino hacía su mejoría como portero que Mamardashvili recorrió junto a Ochotorena.
Una formación hecha a su medida
Ochotorena captó desde los primeros entrenamientos que tenía otra virtud además de su físico: tenía de serie un don para hacer paradas decisivas, principalmente en el uno contra uno. Pero por edad y formación era un diamante por pulir, un prototipo de portero moderno, y Ochotorena comenzó a tallarlo. Pese a su altura (1′97 m.) iba bien por abajo, era ágil, rápido de reflejos. Pero Mamardashvili se había hecho portero entrenando con su padre, que también lo fue, y carecía de la formación ‘académica’ que se imparte en las canteras de las principales ligas de Europa: conceptos tácticos del juego, dónde colocarse, el manejo con los pies, la toma de decisiones, las salidas por alto...
Ochotorena diseñó un plan de trabajo diferente al que había hecho con otros porteros. La traba del idioma la resolvió con sesiones de vídeos para enseñarle lo que hacía mal, regular y bien, imágenes suyas y de cómo otros colegas resolvían situaciones del juego. En paralelo, en el césped, así como el método del vasco siempre destacó por el trabajo de acciones concretas que se podían encontrar los porteros en los partidos, a Mamardashvili le enseñó a base de repeticiones de centros laterales y manejo del balón con los pies.
El aspecto psicológico también fue clave, sobre todo a raíz de que Mamardashvili quedase ‘bloqueado’ tras dos errores de bulto en un partido contra el Sevilla en la sexta jornada en el Sánchez Pizjuán. Bordalás y Ochotorena entendieron que el georgiano necesitaba resetear, asimilar todo lo que le estaba pasando, alejarle de la presión, de los focos. De ahí que fuera relegado al banquillo para que recuperase la confianza en el día a día de Paterna. Pero un 6 de febrero de 2022 regresó a la titularidad contra la Real Sociedad y nunca más volvió a tener rol de suplente en el Valencia.
“¿De dónde ha salido este bigardo?" Preguntó Ochotorena el primer día que conoció a Mamardashvili.
LA ANÉCDOTA
En los cuatro años que trabajaron juntos en el Valencia, Mamardashvili y Ochotorena tuvieron una química especial. Hasta el punto de que el vasco fue de los primeros en saber fuera del círculo familiar que tenía una oferta del Liverpool: “Solo firma el contrato”, le dijo el técnico, a sabiendas de que estaba preparado para dar ese salto en su carrera y conocedor del lugar al que iría por los años que allí estuvo en el club inglés junto a Rafa Benítez. En Anfield, Mamardashvili está aprovechando a nivel individual la lesión de Allison, aunque los resultados del equipo no le están acompañando (cinco derrotas en ocho partidos) y el brasileño tiene prevista su recuperación de su dolencia en el muslo para final de mes.
Mamardashvili ha parado 7 de los últimos 16 penaltis que le han lanzado (43′6%), el último a Haaland.
EL DATO
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Mamardashvili, desde aquel verano de 2021, ha crecido en todas las facetas de un portero. Entre otras, en los penaltis, una suerte que le privó de ganar una Copa del Rey con el Valencia en su primera temporada. En aquella tanda contra el Betis en La Cartuja no paró ninguno. Sin embargo, con el último que le adivinó a Erling Haaland, Mamardashvili se convirtió en el guardameta de las cinco grandes Ligas que más penaltis ha parado desde la temporada 2023/24: seis (siete contando otro que paró con Georgia). Antes de esta temporada, Mamardashvili solo había parado 2 de 18 (11%), desde entonces, con los consejos de Ochotorena, 7 de 16 (43′6%). Por todo ello, Mamardashvili es la última obra de Ochotorena para el fútbol.
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