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La reinvención de Aleix Garcia

Formado en el Villarreal y el City, se apoyó en ayuda psicológica tras su paso por el Mouscron y el Dinamo de Bucarest, donde ni cobró. Será el primer internacional en la historia del Girona.

Aleix Garcia celebra su gol con el Girona ante Osasuna.
CESAR MANSOAFP

La carrera de Aleix Garcia (28-6-1997) es la de un renacimiento de manual. El que será primer internacional de la historia del Girona si acaba jugando este jueves ante Chipre, o el próximo domingo contra Georgia, tocó fondo hace tres años, cuando después de una experiencia en Bélgica con el Mouscron, firmó por el Dinamo de Bucarest, un proyecto aparentemente atractivo apadrinado por los granadinos Pablo Cortacero y Rufo Collado que luego resultó ser fantasma y del que Aleix terminó por escapar sin cobrar y después del cual necesitó incluso ayuda psicológica.

“Me di una hostia que me hizo madurar”, reconoció hace unos meses Aleix en una entrevista a El País. Su carrera invitaba a pensar en la de un niño prodigio. Nacido en el Ulldecona, el Villarreal lo incorporó a los siete años a su escuela de fútbol. De lunes a viernes, y durante cinco años, los padres de Aleix hicieron dos horas diarias en coche para llevarlo a entrenar (”se lo debo a mis padres, yo me dormía en el coche...”). El 23 de mayo de 2015, cumplió su primer sueño. Marcelino le hizo debutar en la última jornada de Liga contra el Athletic en San Mamés.

Saltó a la academia del City en el verano de 2015. En el equipo de Youth League coincidió con el hoy madridista Brahim. Conoció los secretos de un gran club, entonces todavía dirigido por Pellegrini y en los que coincidía en los comedores con jugadores como Silva, uno de sus espejos, y Navas, que le preguntaban por su día a día. Su primera cesión en Girona con Machín no fue bien. Acostumbrado a un fútbol distinto absorbido en Villarreal y los citizens, apenas tuvo oportunidades. Fue entonces cuando empezó su aventura nómada por Bélgica y Rumanía, donde ni siquiera cobró. Rescindido su contrato con el Dinamo de Bucarest, Mendilibar le recuperó para el fútbol en Eibar y, de ahí, al Girona.

Aleix, que con los años retrasó su posición inicial de mediapunta hacia la de creador, encontró en Girona el sitio perfecto para una segunda oportunidad. Dejó de levantarse cinco minutos antes del entrenamiento, cuidó las horas de sueño, la alimentación. Trabajó en el gimnasio, en la prevención de las lesiones. Y, como tenía el talento, el fútbol le devolvió lo que merecía. También Míchel, el entrenador que le ha llevado a la Selección a sus 26 años. De fondo, sigue escuchando a Guardiola, el entrenador que le hizo debutar en el City. “Cada vez que viene a Girona me da consejos porque él no descansa”.

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