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EL REPORTAJE

Futre, de Chalana a “rivales de verdad”

Paolo Futre, 44 veces internacional, jugó dos amistosos contra la Selección que acabaron con sendos empates. El España-Portugal de la Eurocopa 84 es su primer gran recuerdo.

Futre, de Chalana a “rivales de verdad”
David CannonGetty Images

La carrera profesional de Paulo Futre con la selección portuguesa (1983-95) estuvo marcada desde el principio, además de por las propias lesiones que golpearon toda la trayectoria del jugador, también por una serie de circunstancias internas que se vivían en el seno del ‘equipo de las quinas’, y que sin duda influyeron negativamente para que, al final de su carrera, no pasara de los 44 partidos internacionales (siete goles), con una sola presencia en una gran competición internacional, el Mundial México 86.

Fue allí, con 20 años, cuando vivió sus primeras situaciones extremas producto del enfrentamiento entre los jugadores y la Federación por el asunto de las primas e, incluso, por la pésima relación que mantenían los futbolistas del Oporto (su club de entonces) y los del Benfica. Literalmente no se hablaban, pero para defender sus intereses hicieron un frente común, que fue bautizado en su momento como la ‘rebelión del Saltillo’. El asunto acabó con siete jugadores apartados del equipo nacional. Futre decidió ponerse del lado de sus compañeros y no volvió al grupo hasta septiembre del 87, perdiéndose por el camino un buen puñado de partidos.

El primer Portugal-España que Paulo Futre tiene bien registrado en su memoria fue aquel que se jugó el 17 de junio de 1984 en el estadio Velodrome de Marsella, correspondiente a la liguilla de grupos de la Eurocopa de Francia. Fue el segundo partido, finalizó con empate (1-1) y Sousa y Santillana fueron los goleadores. Ambas selecciones terminaron clasificándose y llegaron hasta las semifinales. España pasó a la final contra Francia, que había eliminado a Portugal en las semifinales.

Futre podría haber jugado, incluso, aquella Eurocopa 1984 de no haberse lesionado unos meses antes. De hecho, había debutado con la selección absoluta contra Finlandia (27-4-83) en la fase de clasificación. Tenía 17 años y 204 días y se convirtió en el jugador portugués más joven en debutar con el equipo nacional. Sustituyó a Jaime Pacheco y jugó 58 minutos. A pesar de ese estreno, al estar todavía en edad, Futre siguió jugando con las selecciones inferiores y sufrió una grave lesión de tobillo con la Sub-18 en Rusia. Sin ese percance, lo normal es que Fernando Cabrita, el seleccionador, hubiera contado con él para la gran cita francesa. Ya era titular en el Sporting de Portugal. A pesar de su edad, apuntaba alto y ya se hablaba de un inmediato pase al Oporto.

“Sin las lesiones hubiera podido jugar más con la Selección”

Resquemor

Enclaustrado en su casa de Montijo, en aquel Portugal-España, Paulo solo tenía ojos para el ídolo de su infancia. “Mi mayor referencia e inspiración”, como siempre ha confesado, Fernando Albino de Sousa, conocido futbolísticamente como Chalana, y fallecido este verano justo una semana antes de que lo hiciera María Augusta, la madre de Paulo.

En su portuñol mejorado, explica sus recuerdos de aquel partido del Velodrome, estadio en el que él posteriormente jugaría con el Olympique de Marsella en 1993. “Aquella Eurocopa fue la consagración de Chalana como futbolista. Contra España hizo un partidazo, jugaba por la izquierda, pero era tan bueno con las dos piernas que no se sabía si era diestro o zurdo. Le fichó inmediatamente el Girondins de Burdeos, pero se lesionó pronto y luego nunca llegó a ser el mismo. Años después a mí me pasó un poco lo mismo. ¡Qué casualidad! Chalana tenía cosas que luego vi en Maradona. Yo siempre quise ser como él. Imitaba sus movimientos, sus regates con la cadera”.

Hasta esa Eurocopa 84, los recuerdos que guarda Futre de su selección van más íntimamente ligados a su recorrido con las inferiores que a la referencia de la absoluta como tal. Debutó con la Sub-16 antes de cumplir los 15 años, y con la Sub-18 antes de cumplir los 16. Después ya llegó su estreno con la absoluta. “Cuando era pequeño la selección grande no se clasificaba para las grandes competiciones. Hasta aquella Eurocopa del 84 solo había estado en el Mundial 66, en el que fuimos terceros con el gran Eusebio y yo tenía unos meses por lo tanto lo que sé es lo que he visto y he leído después. Entonces la selección era prácticamente el Benfica, el gran club de aquellos años 60. Todo lo mejor fue pasando después y yo puedo contar que jugué el Mundial 86. Solo fueron tres partidos. Sin las lesiones estoy seguro de que hubiera jugado bastantes más veces con la selección”.

“En el primer duelo me marcó Alkorta porque era rápido”

Vigilado

Futre se enfrentó a España en dos amistosos. Poca chicha. De ambos se acuerda con cierta nitidez si se le pone en contexto. “El primero (16-1-91) fue en Castellón. Me marcó Alkorta, que solía jugar de central, pero ese día me lo pusieron encima porque era rápido, supongo. Nuestro entrenador era Artur Jorge, que lo tuve en el Oporto campeón de Europa. Con España jugaban Manolo y Vizcaíno, que eran compañeros míos en el Atlético y nos hicimos fotos juntos. Empatamos (1-1). Un año después volvimos a jugar en Torres Novas y también empatamos, esta vez a cero. De ese día me acuerdo menos”.

Paulo reconoce que ahora la rivalidad entre las dos selecciones está alcanzando su máxima expresión. “Cuando ya era joven jugar contra España era un gran acontecimiento para nosotros. Ahora nos hemos acostumbrado. Nos enfrentamos continuamente. En los últimos grandes Campeonatos, dos Mundiales, una Eurocopa, también en la Nations League, en amistosos. Antes éramos como hermanos, pero ahora ya somos rivales de verdad que tienen los mismos objetivos. Todo ha cambiado. Para mí siempre será un partido especial”.

“Antes, jugar contra ustedes era para nosotros un acontecimiento; ahora, de tanto enfrentarnos, hay una rivalidad seria”

Paulo Futre

Los tres partidos de la discordia

Portugal es el rival contra el que más veces se ha enfrentado la Selección española en sus 102 años de vida. Lo realmente curioso del asunto es que el número exacto de partidos jugados entre ellos es diferente según las fuentes oficiales de las dos Federaciones. Incluso, existe una tercera vía, la de los historiadores, sobre todo españoles, que manejan una documentación lo suficientemente certificada como para pensar que son ellos los que tienen razón y contabilizar un encuentro más contra los portugueses y por lo tanto en el total de la Selección.

Para la Federación portuguesa, son 42 los enfrentamientos directos, mientras que para la española son solo 39. Cuestión de interpretación. Los tres partidos de la discordia tienen su propia historia y están perfectamente localizados en el tiempo. Los vecinos contabilizan como oficiales por su parte -los jugaron con su selección absoluta- dos encuentros celebrados durante la guerra civil española, en 1937 y 1938, en Vigo (1-2) y Lisboa (1-0), pero ni la RFEF ni la propia FIFA los consideran como tal, porque España los disputó con un combinado nacional que no tenía rango de selección absoluta por culpa del conflicto bélico.

Hasta ahí, las dos versiones numéricas tienen su razón de ser. Donde las interpretaciones ya no son tan meridianas, sobre todo por parte del bando español, es cuando se contabiliza o no un España-Portugal que se jugó en el viejo Metropolitano de Madrid el 29 de mayo de 1927 con la presencia en el palco de honor del Rey Alfonso XIII. La Selección ganó (2-0). Ese mismo día, ‘otra’ selección española jugó y perdió en Bolonia contra Italia (2-0).

Durante 27 años consecutivos, en el anuario de la Federación, se consideraron ambos amistosos como partidos oficiales de la selección absoluta. El de Bolonia era el partido 24 y el de Madrid, el 25. En 1954, sin ninguna razón aparente, la Federación española descatalogó el partido contra los portugueses, pasó a considerarlo como un encuentro de la Selección B, que había comenzado a disputar encuentros en 1949, y a todos los jugadores que habían jugado en el Metropolitano se les descontó la internacionalidad en su palmarés, que en el caso de algunos jugadores era su única presencia al no ser llamados nunca más al equipo nacional.