Selección

España-Marruecos: el pleito sigue

Thiago Pitarch y Rachad Fettal reabren la pugna entre talentos jóvenes que se debaten entre lugar de nacimiento y orígenes. De fondo, el caso Munir que hizo cambiar el reglamento FIFA.

Lamine, con España; Brahim, con Marruecos.
Juanma Leiva
Redactor de AS. Licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra, entró en 2007 en Diario AS, donde ha pasado por las secciones de Fútbol, Más Deporte y As.com, en la que actualmente cubre temas de todo tipo de modalidades.
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Los intereses futbolísticos de España y Marruecos se han visto entrelazados en los últimos años. Socios en el gigantesco reto de ser anfitriones del Mundial 2030 junto a Portugal, ambos países viven en los últimos años una pugna en la detección de talento para su estructura de selecciones. El reciente caso de los madridistas Richard Fettal y Thiago Pitarch ha reabierto ese pleito en el que los jugadores se ven seducidos por ambos proyectos y se debaten en la mayoría de casos entre elegir entre sus países de nacimiento y sus orígenes.

Marruecos, dentro de su ambicioso propósito para hacer crecer el fútbol desde la base (como es su Academia Mohammed VI), también indaga en los países europeos para convencer a las nuevas perlas para que se unan a las emergentes selecciones de los Leones del Atlas. España, donde viven alrededor de un millón de personas de origen marroquí, es uno de los caladeros en los que los ojeadores, al modo de los cazatalentos de los clubes, monitorean a los jugadores con lazos con el país para presentarles un proyecto que les convenza para representar al país de sus antepasados.

Así lo hicieron en el caso del madrileño Achraf Hakimi, un símbolo de la actual gran generación de Marruecos, semifinalista en el último Mundial. El lateral del PSG, entonces en las categorías inferiores del Real Madrid, decidió representar al país de sus padres y se unió a un equipo que, con Regragui en el banquillo, ha logrado reunir un grupo de jugadores de un talento enorme. La captación también se da una vez que ya han representado a las selecciones inferiores de sus países de nacimiento. En el caso de España, los casos más llamativos han sido los de Ilias, jugador del Villarreal, o el madridista Brahim, que llegó a la estructura marroquí tras haber defendido a España hasta la categoría Sub-21.

De Huijsen a Lamine Yamal

España también hace trabajo de scouting, como se ha visto en casos recientes como Dean Huijsen, que llegó a jugar con Holanda hasta Sub-18, o en categorías inferiores como Mateo Joseph o Chichoro. Son jugadores con lazos con España, más allá de las nacionalizaciones que también se han producido por residencia o carta de naturaleza (Le Normand o Laporte). Pero esa labor también consiste en retener el talento que países como Marruecos intentan unir a sus filas. El caso de Lamine Yamal ha sido uno de los más mediáticos. El jugador del Barça decidió representar a España, a pesar de los esfuerzos del país de su padre por captarle.

No ha sido así en otros casos, como se pudo ver, por ejemplo, en la última Copa de África de Naciones Sub-17. En ese torneo, en el que Marruecos salió campeón, hasta seis de los jugadores del equipo habían nacido en España. Los jugadores que despuntan en sus países de nacimiento pueden cambiar de selección desde los 16 años sin que haya límite de edad máxima, aunque siempre que no haya disputado tres encuentros con la selección absoluta.

El caso Munir

Una norma que cambió en 2020. De hecho, debido al caso de Munir El Haddadi. Nacido en El Escorial, el futbolista jugó con España en las categorías Sub-19 y Sub-21. Por entonces, el reglamento de FIFA dictaba que si se debutaba con la Selección absoluta, ya no se podría cambiar de camiseta. Vicente del Bosque le convocó en 2015 y disputó 13 minutos con la Selección en un claro movimiento para que el futbolista ya no pudiera cambiar de opinión y representar a Marruecos.

El problema fue que nunca más fue llamado con España y Munir se quedó sin la oportunidad de poder jugar para el país de sus antepasados. Una situación injusta que el futbolista reclamó hasta el TAS. Finalmente, FIFA revisó la norma y la cambió: un jugador puede cambiar de selección siempre que no haya jugado más de tres partidos con la absoluta antes de los 21 años.

Socios mundialistas... con la final en el aire

Los destinos futbolísticos de España y Marruecos están unidos hasta 2030. Serán coorganizadores, junto a Portugal (y un inicio en Argentina, Uruguay y Paraguay) del Mundial. Una cita para la que España llegó al acuerdo de que contará con once sedes, Marruecos tendrá seis y Portugal, tres. En el dossier que llegó a manos de FIFA, dos estadios españoles (Camp Nou y el Santiago Bernabéu) y uno marroquí, el megaproyecto al este de Casablanca con capacidad para 115.000 espectadores, son los que optan a la final.

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Desde las dos delegaciones siempre se ha dado imagen de unidad y cooperación, aunque ninguno ha dado su brazo a torcer por acoger el partido por el título, siendo el Bernabéu el favorito. Aunque la decisión final será de FIFA mientras ambos países intentan ser los mejores preparados dentro de cinco años, tanto desde el punto de vista de infraestructuras, como de contar con el mejor talento.

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