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El estadio que escondió una bomba más de medio siglo

Testigo de los cuatro oros de Jesse Owens delante de Hitler en los Juegos de la propaganda nazi, el Olympiastadion de Berlín también vio el cabezazo de Zidane a Materazzi y el doble récord del mundo de Usain Bolt

Imagen del Olympiastadion de Berlín.
Annegret HilseREUTERS

La Selección española de fútbol no debuta en cualquier escenario en esta Eurocopa. Proyectado a principios de siglo por Otto March, y completado por sus hijos Werner y Walter, el Olympiastadion de Berlín acogió Juegos Olímpicos de 1936 que Jesse Owens hizo pasar a la posteridad con sus cuatro medallas de oro delante de los ojos del dictador Adolf Hitler; y que Leni Riefhensta, directora de cabecera de Hitler, llevó al cine con la película Olympia, una cinta propagandística del régimen nazi.

Antes de ser remodelado, sobre el año 2000, el Barça disputó allí un partido de Champions contra el Hertha de Berlín que se hizo famoso por la frase de Van Gaal después del choque, marcado por una densa nieble. “No sé cómo ha terminado el partido…, no veía nada”. Con motivo del Mundial 2006, se introdujo una tribuna inferior rebajando la cota del terreno de juego. Eso permitió también recuperar el anillo superior. Y aunque se respetó la estructura de piedra caliza, se construyó una marquesina para cubrir las gradas. El precio de la obra, encargada al estudio Von Gerkan, Marg and Partners estuvo alrededor de los 250 millones de euros, que corrieron a cuenta del ayuntamiento de Berlín.

En enero de 2002, y en medio de las obras de reforma, los artificieros desactivaron una bomba de la II Guerra Mundial que había estado enterrada más de medio siglo debajo de la Puerta de Maratón. La bomba, de unos 250 kilos, era de fabricación británica. Los expertos dictaminaron que el artefacto debió caer por problemas técnicos del avión que la transportaba, ya que estaba en una zona de Berlín que no fue objetivo de los bombardeos durante el asedio de los aliados.

El Olympiastadion, 71.000 espectadores de capacidad, también fue testigo del terrible cabezazo que Zidane propinó a Materazzi en la final del Mundial de 2006 y que dio la vuelta al mundo después de que Medina Cantalejo, cuarto árbitro de aquel Italia-Francia, advirtiese a Horacio Elizondo a través del intercomunicador: “Horacio, un terrible cabezazo. Terrible cabezazo de Zidane a Materazzi. Tienes que mostrarle la roja”. El genio francés, provocado por el italiano (“me dijo que si quería su camiseta y le contesté que prefería a su hermana”, fue expulsado. Después de haber marcado el 0-1 en la final, no pudo participar en la tanda de penaltis que hizo campeona a Italia. Fue un final horrible a su carrera.

Después de la hazaña de Owens, la otra gran gesta del atletismo en el Olympiastadion fueron los dos récords del mundo que batió Usain Bolt en el Mundial de atletismo de 2009. Primero, el de 100 metros (9,59). Luego, el de 200 metros (19,19). Bolt se hizo una celebridad en la ciudad. “I’m a berliner”, dijo parafraseando al mismísimo Kennedy. “No olvidaré Berlín ni su pista azul”. El alcalde-gobernador de Berlín, el socialdemócrata Klaus Wowereit, le entregó un trozo del muro de Berlín. “Ha demostrado que puede superar barreras que parecen infranqueables”, dijo de sus récords.

En el Olímpico de Berlín, el Barça del Tridente conquistó su última Champions, 2015, contra la Juventus de Morata. El último equipo español en jugar allí fue el Madrid, que se midió al Union Berlín allí pese a que el Hertha es quien suele jugar sus partidos allí. En el Olímpico empezó a edificar la Decimoquinta. España espera poner la primera piedra de la Cuarta en la capital alemana. Un estadio con casi un siglo de historia.

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